Capítulo 3 - Murciélago Renacido

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El Tren La Bestia del Volcán iba rugiendo a una velocidad desenfrenada mientras surcaba los rieles en medio del espeso bosque dónde se alcanzaban a percibir a lo lejos los primeros rayos del Amanecer. Xóchitl tuvo el impulso de protegerse la piel de la luz del Sol, pensando que la marchitaría como empezaba a hacerlo con toda la vegetación que bañaba con su luz. La Bestia hacía rugir su motor dándole completo honor a su apodo. El metal emitía un brillo carmesí que mantenía a cualquier incauto alejado por pura precaución. Aquél Tren era el favorito de todos aquellos que vendieran material en el mercado negro, o de cualquiera que intentara escapar de la vista de los Guerreros del Telpochcalli. En esos momentos, por supuesto, no necesitaban esconderse de nadie, pues todas las fuerzas estaban ocultas.

Ese Tren iba a Hidalgo, Tula.

O, al menos eso creía. Pues incluso para ella, las rutas que el Tren tomaba le eran demasiado desconocidas. Bien podía estar yendo a Hidalgo, bien podían estar tomando un camino hacía uno de los Trece Cielos, al Mictlán, o a dónde fuera. Sólo era consiente de pequeños tramos de conexión con la visión habitual.

Esa ruta debería estar prohibida y oculta.

La Bestia del Volcán comenzó a tambalearse con agresividad al pasar encima de los rieles repletos de grasa vegetal, sábila y aceite de coches, que la Cazadora llevaba horas preparando. El Tren comenzó a bajar la velocidad hasta que se detuvo por completo en cuestión de minutos. Mágico o Divino, o lo que fuera, seguía siendo un Tren que corría el peligro e descarrilarse. Xóchitl saltó de un árbol hasta el techo de La Bestia.

Vio, escondida en las sombras que se extinguían con velocidad, montones de patas arácnidas gigantescas moverse entre los vagones. Algunas siluetas revisando los rieles. Esperó el momento en que todos los pasajeros hubieran salido para verificar lo que sucedía. Fue allí cuando entró a uno de los vagones. No llevaba ninguna linterna u objeto que pudiera emitir cualquier luz. Lo único que tenía era la agudeza de su mirada sin gafas, que tuvo que aprender a las malas, era algo completamente necesario en misiones de ese tipo.

Tardó unos segundo en adaptar su mirada a las sombras y penumbras.

Mantuvo un cuchillo de jade en alto, preparada para cualquier cosa que se lanzara para asesinarla. Habría preferido que un Omecuaime salvaje intentara asesinarla que a la vista que tuvo en esos momentos. Al ver el vagón lleno de animales salvajes y alebrijes sintió un asco ácido en la garganta.

Pero incluso, pese a eso, tuvo un sentimiento de alivio.

Citlalli, la Reina Tlahuelpuchi, no le había mentido.

Xóchitl tuvo que tomar sus precauciones antes de decidir ir al Tren. Era difícil no confiar en alguien que le había advertido de los planes del Hechicero Nepextécolotl de convertirse en Sexto Sol, y mucho más complicado no negarse a creerle a alguien que le había salvado la vida de una herida que la debió haber mandado al Mictlán en un instante.

Pensó con lógica, por alguna razón las fuerzas del Sexto Sol querían muertas a todas las Tlahuelpuchi, tenía la casi completa certeza de que era porque Citlalli, la Reina Vampireza, había traicionado al Hechicero Tecolote. Si las Tlahuelpuchi atacaban al Tren, seguramente cambiarían toda la logística que tenían planeada. Pero si dejaban pasar a la Bestia del Volcán como si nada, eso afectaría al pueblo de Bestias.

Tomó un pedazo de periódico que Daniel le había dado y le sopló. Un pequeño Cenzontle de fuego azul verdoso comenzó a volar alrededor de las jaulas y salió disparado a dónde los pasajeros revisaban los rieles. Según el plan de su amigo, eso debería de regalarle el tiempo suficiente para hacer algo.

—Una flecha más y seguro que ese maniquí aprende a no volver a meterse contigo.

Practicaba a escondidas de su papá y mamá el tiro con arco. Le dolía sí, pero era mejor que soportar quedarse acostada todo el tiempo. Xóchitl lanzó una flecha con mucho más fuerza, haciendo que atravesara el pecho de madera hasta clavarse en un tronco detrás. —Hola, Daniel.

Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora