Capítulo 6 - Cerro de obsidiana

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El Águila del Amanecer volaba perdida.

Ni siquiera el Fuego del Sol en su Corazón podía rescatarlo.

La ira consumió su vuelo.

El dolor nubló su visión.

La Luz destruyó su alma.

Volaba sin rumbo, volaba buscando su corazón.


— ¿Cuál es su superhéroe favorito, Señor?

Estaban ocultos debajo de la copa de un árbol enorme, en una playa de cenizas, saliendo por fin del Segundo Reino del Mictlán. Ese día había llovido con muchísima agresividad.

—Gabriela Martínez de la Luz.

— ¿Y quién es ella? No la conozco.

—La verdad es qué, yo tampoco. Pero me han contado que salvó al mundo, que salvó Árboles Sagrados. Que derrotó a las más fieras Bestias, que salvó animales y a pueblos enteros de ser aniquilados. Me contaban que poseía una Chamarra hecha de plumas de Águila Real, y que con ella nunca le pudieron hacer ningún tipo de daño.

—Suena a una gran superheroína, Señor.

Xiuhcitlalli asintió apretando los dientes. —Dicen que lo fue.

—El mío es el Hombre Araña.

— ¿Y ese quién es?

Miguel soltó un grito de indignación. — ¿En serio no conoce al Hombre Araña, Señor?

Xiuhcitlalli se rió. —Sí, sí lo conozco. Era el superhéroe favorito de mi...—novia.

Xóchitl solía darle un puñetazo cada vez que él le respondía eso cada vez que comenzaba a hablar del Hombre Araña. Claro que sabía quién era. Leyó muchos de las historietas favoritas de su mejor amiga.

—"Es una persona con Corazón de Guerrero" —le había dicho Xiuhcitlalli con lágrimas en los ojos cuando acababa de leer como el Superhéroe había rescatado al mundo de los Seis Siniestros y del malévolo Doctor Pulpo.

Xóchitl asintió complacida. —"Justo como tú".

—Menos mal que sí lo conoce, Señor. Es el más grande de todos los Héroes. Es fuerte, listo, noble, ingenioso, poderoso ¡Y puede vencerlos a todos! ¡Pero cuándo pierde nunca se rinde y siempre se levanta!

—Eso he escuchado, pequeño. Eso he escuchado.

—Señor ¿Me podría contar más de las historias de Gabriela?

.

Gustavo, el quetzal, abrió los ojos al escuchar los gritos de Xóchitl.

Fue volando torpemente contra una ventana cerrada. Vio como el vidrio cuarteado reflejaba un poco de su mirada afligida. Gustavo se quedó tirado encima del escritorio de Luna, respirando resignado.

Sintió como su pequeña cabeza estaba sangrando goteando.

Ay, mi Fe ¿Qué dirías de mí sabiendo que hasta pierdo contra una ventana?

Al ver la vegetación fuera del refugio, Gustavo sintió un golpe en el alma. El Sexto Sol comenzaba a marchitar la vida a un ritmo lento. Sabía de las Guerras diarias que Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Xipétotec lideraban contra el Sexto Sol, para que éste no desatara toda su ira contra los humanos, y principalmente, contra el Árbol de la Vida.

Abrió la ventana y sobrevoló encima del refugio.

Empezaba a haber movimiento bullicioso.

Escuchó el inconfundible sonido de armas preparándose.

Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora