Capítulo 19 - El Emperador de la Guerra

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Enterraron garras en la roca sólida y empezaron a trepar destruyendo a todos los Maciltonaleqte, Yoatlepoztli, Omecuaime y demás espíritus que se atravesaban en su camino. Varias flechas de Fuego y Electricidad pasaron rosando el pelaje de ambas, destruyéndolo todo. Muchísimas raíces brotaban de las grietas aprisionando a las Bestias. Un Tecolote voló a la altura de Citlalli.

Mi Reina ¿Sus órdenes?

Asesínenlos a todos, abran camino hasta la cima. Le haremos frente a Tenoch y Xiuhtzin.

¿Y con la Xiuhcóatl?

Citlalli gruñó. —Necesitaremos su ayuda si queremos ganar.

El Tecolote asintió y se dejó hacer convertida en su Lugarteniente.

Tlalmexi había llegado a las escaleras dónde estaba combatiendo contra varios Maciltonaleques, como humana. Enterró su lanza de Paynalton en el corazón de los Guerreros Malditos, haciendo que se deshicieran en polvo. Algunos Yoatlpoztli la tomaron por sorpresa, a lo que Citlalli saltó y arrancó sus corazones con garras y colmillos.

Tlalmexi se convirtió en Jaguar y corrió a la par de Itzcóyotl.

Tenían acorralado a uno de los nuestros—dijo excusándose la Comandante.

Itzcóyotl asintió y siguió corriendo manteniendo en su visión al Tlatoani y al Sacerdote que seguían combatiendo. La Reina Tlahuelpuchi se sorprendió al ver que la Xiuhcóatl no atacaba a nadie, sólo daba vueltas alrededor de la cima. Llegaron a sus dos presas. Jaguar y Coyote se abrieron en camino y atacaron al mismo tiempo.

Jaguar contra Tlatoani; Coyote contra Sacerdote.

Las dos Guerreras permanecieron espalda a espalda mientras preparaban sus armas.

—Tlalmexi—rugió Tenoch, sin su característico tono divertido—, no tendré piedad contra nadie que desobedezca las leyes de mi imperio—el Tlatoani de piedra tenía grandes partes de su cuerpo hechas trizas, roca quebrada emanando humo—. No tendrás honores en el Tonatiuhchán una vez que haya acabado contigo.

—Citlalli—susurró Xiuhtzin viendo que las heridas de su cuello no cicatrizaban—, ya veo. Viniste preparada para asesinarme. Por fin una excusa para arrancarte la garganta con mis propias manos.

Luna corrió a atacar a Xiuhtzin y Citlalli a Tenoch.

La Tlahuelpuchi barrió el suelo con su lanza haciendo que Tenoch cayera rodando en las escaleras. El Tlatoani se incorporó gritando y lanzando un tepoztopilli hecho de acero. La Tlahuelpuchi saltó tomándolo en pleno vuelo y lo arrojó contra Xiuhtzin que estaba sometido en el suelo por la Jaguar. Tenoch saltó dándole un puñetazo a la Reina Tlahuelpuchi que la hizo volar varios metros en ascenso. Se detuvo enterrando sus garras en la piedra.

El Tlatoani corrió con un macuahuitl en cada mano.

Tlalmexi saltó a la espalda de Tenoch y amarró tela de Tocátl alrededor de su cuello, halando hacía atrás obligándolo a caer una vez más. Itzcóotl arrojó un tepoztopilli contra el Sacerdote, mientras estaba a punto de sumir a Tlalmexi en un maleficio. La lanza dio de lleno en su estómago, haciendo que cayera al vacío.

Xiuhtzin se transformó en un Águila negra y voló directo hacía Citlalli. La Reina Tlahuelpuchi no tuvo tiempo de reaccionar cuando vio como la Lanza de Paynalton despedazaba las dos alas del águila haciéndola caer. Citlalli brincó recuperando la Lanza de Paynalton y arrojándola contra el Tlatoani de piedra que se erguía preparándose para arrancarle la cabeza a Luna.

La Lanza atravesó su espalda sobresaliendo en su pecho.

Luna tomó su lanza y la azotó contra las escaleras gritando.

Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora