Capítulo 9 - Maciltonaleque

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Aún faltaban meses para que empezaran a florecer.

En un pequeño ojo de agua, una flor de Cempaxúchitl flotaba enseñando sus pétalos dorados. Xóchitl se acercó hasta tener la flor del Día de Muertos entre las palmas de sus manos. La historia de la Flor de los muertos era de la favorita entre el pueblo Mexica.

Huitziton Mextli, reencarnación como hombre de Huitzilopochtli, peregrinando hacía el Lago de Texcoco con los Aztecas, hizo que el pueblo Guerrero se detuviera en una aldea tranquila, casi ignorante de la Guerra y sus consecuencias. Allí Huitziton conoció a Xóchitl (Nombre famoso desde la época prehispánica al parecer), ambos jóvenes cayeron profundamente enamorados el uno del otro. Pasaron veinte noche juntos, a la número veintiuno, los Aztecas partieron. Huitziton le juró a Xóchitl que regresaría a su lado apenas hubieran llegado a la señal divina en el Lago de Texcoco. Los años pasaron, Xóchitl seguía esperándolo. Los años pasaron y después de fundar Tenochtitlán, Huitziton se negó a ser Tlatoani, pues tenía la única intención de regresar con su amada Xóchitl. Los años pasaron, y una hechicera convenció a Xóchitl de que Huitziton había muerto en combate. La joven se había lanzado de un acantilado, pero antes de caer al piso, se convirtió en una Flor de Veinte Pétalos, representando las veinte noches que pasó al lado de su amado. Tonatiuh, el Sol, sintió una pena tan inmensa, que dejó caer una lágrima sobre la flor, pintándola así de su característico color dorado. Huitziton al llegar a buscar a Xóchitl, y descubrir su suicidio, y la flor en la que se había convertido, logró convertirse en un Colibrí, símbolo de un ave de amor.

—Mucha palabrería cursi—dijo sonriendo al ver la flor—, a Ale le encantaba esa cursilería.

Xóchitl se colocó la flor en su cabello y siguió con la inspección.

Aún faltaba demasiado para la época de Cempaxúchitl, pero la Cazadora quiso ver el encuentro con la Flor de los Muertos, como un buen augurio.

Al alcanzar a Luna y Daniel, ambos sonrieron al ver la flor en su cabello.

Pero decidieron no decir nada (Sabia elección). Lea por su parte corrió y escaló al cabello de Xóchitl para acurrucarse allí. Al parecer a la yaklope le gustaban demasiado las flores de esa especie, pues nunca la había visto tan tranquila.

Daniel dejó de usar la gorra de tela en su cabeza, ya con el mínimo de cabello requerido para que dejaran de burlarse de él diciéndole pelón. Luna iba con ropa de combate casi cada segundo del día, todos los días. Al igual que todos los Guerreros y Cazadores por igual. Al menos en esos momentos Luna llevaba la camisa que Xóchitl le había "personalizado".

Usando la gigantesca "T" estándar, estaba escrito: "5TH HARMONY".

— ¿Dónde nos encontramos? —Preguntó Daniel sentándose en una piedra a la orilla de un riachuelo.

—Camino a Puebla—fue la respuesta de Xóchitl quitándose las botas y sumergiendo los pies en el agua—. No hay mejor forma de definirlo. Estamos cruzando México, sí, pero una parte inexplorada de la que sólo hay pequeños datos al azar.

—Estos caminos se abren cuando se quiere llegar a Templos importantes—tomó la palabra Luna, recargada bajo la sombra de un árbol—, la naturaleza tiene vida. No deja que cualquiera la use para sus fines.

Daniel enseñó el reloj de sombra de su muñeca.

—Bueno, dónde sea, no tengo ni puta idea de cuánto tiempo haya pasado.

El reloj estaba congelado con las tres manecillas en las 12.

Los Tres guardaron silencio.

Xóchitl se abrazó las piernas, pensando en cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a Cuahyolotl, Gus y a Ale.

Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora