Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio Renacido

Héroes y capas

— ¿Escuchas mi corazón? Concéntrate en eso—había dicho Xóchitl abrazando a Ale que respiraba con muchísima dificultad—. Sólo concéntrate en eso, Ale.

Recordaba la sensación de miedo esa vez. Ni siquiera lo recordaba del todo bien, sólo sabía que Ale había llegado con el pecho y el cuello abiertos, estaba sosteniendo una semilla en las manos. Cayó en la puerta de su chocita cuando ella y su papá ya se iban.

Se retrasaron un día, pero ni ella ni su papá se irían hasta verlo más estable. Habían pasado ya unos meses de eso, y Xóchitl seguía teniendo esa imagen en la cabeza. La imagen de Ale sangrando y pareciendo que respiraba tierra o incluso fuego.

— ¡Xóchitl Magdalena Platas Rojas! —Gritó su mamá descargando a su hermanito Carlitos en brazos— ¡Se te va a enfriar el espagueti!

Xóchitl parpadeó confundida, estaban comiendo y se le había olvidado.

—Aún piensas en eso—dijo su papá revolviendo su cabello—, yo también lo hago.

Los dos se vieron muy preocupados a los ojos.

Su papá, pese a ser tan grande e inteligente, también tenía miedo.

No sabían qué hacer.

Su mamá se levantó enojada de la mesa y ellos comieron en silencio.

En la tarde, estaban sentados en su jardín escuchando la radio, comiendo mangos y jicamas picadas, cuando su mamá llegó tirando un montón de tela en la mesa dónde estaban. Tela, libretas, plumas, reglas y tijeras.

— ¿Qué...? —Trató de preguntar Xóchitl.

Su mamá alzó una mano callándola y tirando su libreta de dibujos encima de la tela. En ella un dibujo de Xóchitl y Ale como superhéroes. Ella iba con un arco y flechas, con un vestido rojo y un antifaz. Él con un par de espadas y una enorme capa azul y roja (mientras más grande mejor).

—Me lo has dicho, te gustan los superhéroes porque salvan y ayudan a la gente ¿No? —alzó la tela azul de la mesa—. Pronto será el cumpleaños de ese Alecito tuyo ¿Verdad?

Xóchitl sonrió tomando la tela.

— ¡Será la más grandiosa capa de la vida!