♡~Capítulo LVIII~♡

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Tomé la mochila de Bee y me retiré a mi casa, saludando a la pareja

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Tomé la mochila de Bee y me retiré a mi casa, saludando a la pareja. Una vez dentro del departamento, miré a Adora tirada en el sillón con las manos en su rostro, descansando. Mientras, Bee dibujaba sentada en la mesa.

Sonreí, pensando que no me molestaría ser recibida de esta forma cada vez que llegue a mi casa.

Me acerqué a la mesa donde Melsy estaba sentada y me acomodé a su lado, observando lo que dibujaba. Me llamó la atención lo cuidados que estaban sus lápices y lo bien que manejaba sus pequeñas manitos.

—¿Qué dibujas, linda?

—Dibujo mi casa—. Creí que estaba dibujando el edificio al haberme dicho aquello, hasta que comenzó a hacer una silueta pequeña en la esquina derecha inferior.

—¿Y ese quién es?

—Ese es Swift Wind, mi perro, pero en realidad es mucho más grande, ¿sabes?— Me miró y no pude evitar ver el brillito de emoción en sus ojos, ese que solía ver tanto en Adora los primeros días que nos encontramos en la calle. Sonreí, escuchándola hablar—. Es alto como la mesa, y es tan grande y tan gordito que podría derribarme.

—¿Ah, sí?—. Miré la hoja de manera más detallada, observando lo bien dibujado que estaba el labrador. Melsy mezclaba sus colores amarillo, mostaza y cremita, haciendo el pelaje del can. 

Estuvimos un rato así. Yo miraba cómo ella pintaba mientras ella se concentraba en lo que sus manos pequeñas hacían, haciendo algunas preguntas de vez en cuando, como si podía adivinar de qué color serían las flores del jardín, o si conocía la casa, si sabía lo grande que era y el color de sus cortinas...

Su detallada atención me sorprendió. Me dejó pensando en el talento que tenía desde nacimiento, seguro.

Escuché a Adora en el sillón, moviéndose y despertándose. Melsy también la escuchó y sonrió de oreja a oreja, dejando su dibujo de lado y corriendo hacia ella.

—Hola mami —dijo acostándose en el sillón con ella. Me quedé en la silla, observando cómo susurraban entre ellas. Melsy le decía que había estado dibujando su casa, así la veía todos los días y no extrañaba tanto a Swiftie.

Estiré un poco mis brazos, dispuesta a juguetear un rato.

Me levanté, acercándome a las rubias que susurraban cosas y levantando a ambas entre mis brazos.

—¡Catra! ¡Por Dios santo, te vas a partir un brazo!—gritó Adora, riendo junto a la pequeña que colgaba de mis brazos.

—¡Mamá! ¡Es tan alto aquí!—. Ambas reían mientras yo caminaba hacia mi habitación, riendo con ellas también. Bajé a Adora en la cama y mantuve a la pequeña Bee conmigo.

—¿Qué dices si le hacemos cosquillas a tu mamá?—susurré, lo suficientemente alto como para que Adora lo escuche. Melsy asintió frenéticamente, transformando sus ojitos en picardía total.

La rubia en la cama parecía querer salir corriendo cuando fue atacada por nosotras. Las risas inundaron el departamento, saliendo de parte de las tres. Podía ver las pequeñas lágrimas de parte de Adora, quién rogaba por un respiro. Melsy y yo frenamos, mirando a la rubia respirar otra vez.

La pequeña Bee salió corriendo de la habitación para volver a los segundos con su hoja en la mano.

—¡Mira mamá! Es el dibujo que te conté—. Adora se sentó, mirando el dibujo con una bella y sincera sonrisa.

—Es precioso, amor—. Levanté una ceja, intrigada por el apodo. Melsy volvió al comedor, dispuesta a terminar de pintar su dibujo, por lo que aproveché para conversar sobre el tema.

—¿Amor?

—¿Qué?—. Adora me miró con ojos inocentes, a lo que fruncí mi ceño, siempre con la sonrisa presente.

—Entiendo por que es ella, pero creí que no te gustaban esa clase de apodos.

—¿Por qué?

—Porque tu nunca me pusiste un apodo. Siempre era Catra esto, Catra aquello... Yo te puse muchos apodos durante nuestra relación—. Hice un puchero, sabiendo que era la debilidad de Adora—. ¿Por qué nunca me llamaste de otra forma?

—¿Qué otra forma?—. Pude notar en sus tonos de voz que se estaba haciendo la tonta, mirando hacia el techo y evitando mi cercanía.

—Oh, tú sabes—. Me acerqué juguetona, colocando mi mentón en su hombro—. Amorcito, cariño, cielo...

—No te tenía tan cursi, morena—declaró, levantando una ceja y mirando en mi dirección.

—¿Morena? ¿Es lo mejor que tienes?—dije, abrazándola por la cintura.

—Deberás esperar un poco más para que te diga algún apodo, Catra—dijo con una sonrisa, a lo que la solté y se volteó—. Se suponía que comenzaríamos otra vez y no pasó ni una semana que terminé en tu cama.

—No te puedes quejar, tú comenzaste—me defendí.

—Sí, ebria—respondió, riendo. No pude hacer más a que reír también, pero no la dejaría ganar.

—No estabas ebria, estabas bajo el efecto del alcohol. Seguías consciente de tus actos y me provocaste de igual forma—giré mi rostro, haciéndome la indignada.

—Okey, tienes razón. Ambas somos culpables de lo que pasó anoche. ¿Contenta?—. La miré con una sonrisa infantil.

—Contenta—. Me acerqué para recostar mi cabeza en su regazo, a lo que ella rió levemente—. Pero más contenta de que hayas accedido a quedarte aquí—. Adora sólo miraba mi rostro con una sonrisa, acariciando mi cabello suavemente.

—Deberías agradecerle a Melsy, ella fue quien accedió a quedarse aquí.

—Está bien, Adora—. Comencé a cerrar mis ojos, dispuesta a dormitar un rato con sus suaves manos en mi cabello, pero una duda me detuvo de seguir con aquello—. ¿Cómo tuviste a Bee? Estoy bastante segura de que no tuviste una hija a los 15—. Abrí los ojos, mirando a Adora.

Comenzó a contar todo de manera detallada. Cómo la encontró, qué clase de persona era su padrastro, todo en voz baja, como si fuera un secreto. Juraba que podría haber matado a ese hombre si hubiera sido yo quien lo encontraba, pero según Adora todo estaba mejor ahora que el maldito había caído en una condena perpetua.

—Se lo merece por tremendo hijo de-

—Catra—. Adora tapó mi boca con sus manos, mirándome de manera reprobatoria—. Vivirás una semana con una niña de 8 años, yo que tu cuido mi boca—. Reí levemente, pidiendo perdón, pero ella sólo pareció recordar algo.

—¿Qué pasa, princesa?

—Nada—dijo con una sonrisa. Levantó mi cabeza de su regazo, para ponerse de pie y dejarla donde estaba con delicadeza—. Prepararé algo para cenar, ¿sí? Puedes descansar un rato, si quieres...—. Se fue de la habitación, dejando su olor a campo detrás.

 Se fue de la habitación, dejando su olor a campo detrás

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(Love &) Hate [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora