♤~Capítulo XXIX~♤

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Llegué a tiempo al café

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Llegué a tiempo al café. 15 minutos habían sido justos y suficientes para llegar a tiempo. Sonreí, orgullosa de mis cálculos, y entré, dispuesta a comenzar con mi trabajo.

—Querida, que bueno que viniste. No tenía a quien dejarle el lugar, ahora que Perfuma debía ir a su pueblo natal para ayudar a su padre con algunas cosas. Casi me da un infarto... Gracias por venir, aunque tengas clases—me atacó mi jefa, Cataspella, apenas puse un pie dentro del local, por la puerta trasera.

—No hay problema, jefa. No se preocupe que yo podré manejar todo hasta que llegue Spinerella a ayudarme.

—¿No te dijo Perfuma?—. Comencé a preocuparme. ¿Acaso iba a estar toda la tarde aquí, sola?

—No mencionó nada más que su turno... ¿Pasó algo?

—Ninguna podía cubrir el turno porque ninguna podía venir hoy. Yo tengo una reunión con el dueño del lugar, para hablar sobre los gastos del alquiler, así que no voy avenir hasta que sea la hora del cierre.

—Pero, señora, como mínimo necesito dos personas que trabajen conmigo. Alguien de mesera y alguien que cocine...

—Sobre eso, contratamos a una nueva persona... Aunque creo que necesitarás mucha paciencia. Es una estudiante de secundaria, la contratamos en negro con el permiso de sus padres. Tiene 16 años y es... bastante hiperactiva, aunque malhumorada. 

—Bien, si sólo tengo esa opción, supongo que la tomaré. Deberemos turnarnos para manejar la caja.

—Llegará en unos minutos, así Perfuma les enseña a ambas a manejar la caja registradora—. Asentí, concorde a la situación, no tenía de otra. 

Como Cataspella había anunciado, rato después llegó Perfuma hablando con... ¿una niña? Era bastante pequeña, no parecía una adolescente. 

—Hola, Adora. Te presento a nuestra nueva compañera de trabajo, Frosta—. Ella extendió su mano. La tomé, con respeto. Perfuma nos dirigió hacia la caja, donde comenzó a explicarnos.

Minutos después, comenzó la hora de trabajar. Me coloque el uniforme y ayudé a Frosta a colocarse el suyo correctamente.

A como me la habían descrito, era completamente distinta. Era callada, obediente y parecía entender todo a la primera. Además, era bonita. Su piel era blanca, sus ojos casi negros y su cabello estaba teñido de un azul oscuro, que le quedaba a la perfección.

Debería dejarla en la caja, para mantenerla lejos de manos sucias que suelen pasar por aquí.

Comencé a cocinar los típicos postres que solían pedir los clientes frecuentes, colocándolos en la heladera de vidriera.

Al principio, sólo tuvimos dos mesas llenas, por lo que no fue un ajetreo mayor. Frosta manejó la caja registradora a la perfección y yo pude llevar los pedidos a su mesa correspondiente, para continuar en la cocina.

(Love &) Hate [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora