VI - Amenaza al Rey en el Norte

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En cuanto salió de la habitación de Tyrion observó el gran movimiento de los pasillos

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En cuanto salió de la habitación de Tyrion observó el gran movimiento de los pasillos. Tanto de caballeros como de otros tantos cientos de personas, entre ellos vio a los elegidos: el Gran Maestre Pycelle, a Lord Petyr Baelish y a Lord Varys el eunuco.
En más de una ocasión, a la chica se le había ocurrido contar la estrategia de Tyrion a los tres seleccionados, siempre le ganaba el sentimiento de culpa.

Se encontraba charlando con Podrick Payne cuando vislumbró a Meñique deambulando por el castillo. Debía hablar con él, atraerle de forma discreta.

—Entonces sois ¿sobrino de ser Ilyn Payne? No os parecéis en nada a él.

—N-no, la verdad es qu-ue me da bastante miedo… ¡Siempre parece enfadado!—. May soltó una carcajada y miró por el rabillo del ojo al dueño de burdeles que no paraba de mirar en su dirección.

—Y decidme, ¿cuánto tiempo lleváis siendo escudero de Tyrion? Mi tío no participa en batallas—. Continuaba mirando por encima del hombro de Podrick, observando los movimientos del otro hombre.

—Ya, bueno, es que… me dijeron algo y…—. El chico estaba demasiado nervioso y no paraba de tartamudear.

—No os preocupéis, Podrick…

—¡Pod! —dijo el escudero interrumpiéndola— Llamadme Pod.

—Está bien, Pod. ¿Os gustaría…?—. Fue entonces cuando una delgada mano se posó en la cintura de Mayleen y le dio la vuelta, de espaldas al chico Payne.

—Disculpad las molestias, mi señora, pero creo que deberíamos hablar. Buenos días.— Con cautela y caballerosidad el hombre se la llevó del lugar.

—Un placer —ahora miró a Baelish de lado y le agarró por el brazo, dando un paseo—, está bien, ¿qué necesitáis?

—¿Qué necesitáis vos, princesa? He entendido esa mirada. Significa que queréis mi ayuda—. En poco tiempo se encontraban entrando en la sala del Trono, contemplando los cráneos de dragones.

—He pensado en lo que dijísteis, teníais razón. Para ser Reina debo casarme, retar a mi hermano, ganar una guerra y finalmente gobernar. No lo conseguiré sin ayuda y vos me la dísteis, ¿puedo contar con vuestra ayuda?—. La joven paró en seco, se giró y le clavó la mirada.

—¿Confiaréis en la palabra de un traidor?

—Así que reconocéis serlo—. Susurró Mayleen suave y dulce.

—Son palabras vuestras, mi señora.

—He de hacerlo por esta vez… ¿qué decís?—. Tras una gruesa columna, Mayleen acercaba sus labios a los del hombrecillo. Primero juntando la frente, luego la nariz y sin dejar de juguetear con los finos labios de él, rozándolos y depositando otros pequeños besos en las comisuras—, ¿Os convertiréis en mi aliado?

Se creó un denso silencio en el que Petyr cerró los ojos y lo selló con un verdadero beso. Simple, aunque húmedo y apasionante ante la idea de que nadie podía verles. Al final se apartó y la agarró suavemente de las sienes, apartando con delicadeza los mechones rubios del pelo.

Loyalty || Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora