XVII - Cautiva de nuevo

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La obligaron a ponerse en pie y el que se encontraba de espaldas a ella tiró hacia abajo de su melena, dejando todo su cuello al descubierto

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La obligaron a ponerse en pie y el que se encontraba de espaldas a ella tiró hacia abajo de su melena, dejando todo su cuello al descubierto. Colocó un puñal en la garganta y apretó.

—Vaya, tenemos una mentirosa, dinos, Mayleen ¿si sois hija de la Reina, por qué habéis huido de la ciudad?

—Os lo diría, pero… —respiró entrecortada para coger algo de aire— un cuchillo me impide respirar.

—Vamos sumando: campesina culta, inteligente, virtuosa y buena actriz, ¿sabrás fingir igual de bien los gemidos?

Los otros dos soldados amarraron sus manos a la espalda y sus piernas de forma que escapar fuera imposible. También se quedaron con Chase y el dinero. Tras ello, hicieron un fuego y la sentaron y ataron a uno de los árboles del lugar. Sus secuestradores se sentaron alrededor del fuego y comenzaron a discutir en voz baja.

—Y si de verdad…

—¡Mentiras…! Quiere evitar…—. En ocasiones le era imposible entender las palabras que decían o simplemente bajaban el tono.

—… llevarla con él. Puede que…

—¡Yo la quiero! ¡… doncella!—. Puede que no hubiera oído el resto de la conversación, pero todo apuntaba en una dirección. El apetito sexual de los guerreros, por lo cual, Mayleen empezó a gritar sin motivo alguno, quizás por la pequeña esperanza a la que se aferraba de que otro ser humano se acercara  al campamento. Como era obvio, el primer hombre, seguramente el más violento de ellos, llegó y golpeó con fuerza su cara.

—¡Callad!

—Lo haré, si me decís vuestro nombre —notaba como su mejilla se ponía ardiente debido al golpe—, yo os he dicho el mío. Es lo justo.

—… —el hombre masculló algo difícil de entender— ser Garlock. Ahora decid, niñita, ¿quién sois realmente?

—Soy Mayleen Lannister. —Volvió a responder terca y desafiante. No daría razones a aquel tipo para abusar de ella. Garlock la golpeó otra vez.

—¡Decidnos quién sois!

—Mayleen Lannister—. En esta ocasión su respuesta tardó algo en llegar. La rubia esperó a recuperarse del nuevo golpe. Luego volvió a clavar su mirada en la de él.

—¡Quizás tenga razón! —Intervino el segundo caballero—. Significa que tenemos dos opciones…

Nuevamente se alejaron de ella, dejándola tirada en el suelo, como a una salvaje a la que habían cazado. Un pedazo de carne sin vida al que han querido comerse y no les ha gustado. May intentó moverse lo menos posible, pero con cautela extendió cuanto pudo el brazo hasta tocar su pierna. Alargó los dedos aún más hasta que… tocaron la hoja del puñal. Apretó la hoja para sacarlo del escondite, a la vez que sentía cómo el afilado metal se clavaba en la palma de su mano. Ella lanzó un pequeño grito ahogado, pero al instante se hizo callar a sí misma o sería su perdición.

Loyalty || Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora