8. Lo sublime que hay en lo inesperado

10.6K 743 354
                                    





POV ALBA






El trayecto en el coche transcurrió totalmente en silencio. Solo rompían aquel estado de mutismo las indicaciones del GPS y el sonido de las teclas del móvil de la jardinera, que suponía debía estar mensajeandose con su novia.

Y es que no tenía ni idea de como llegar a Aluche. No había pisado esa zona de Madrid ni para atravesarla, por eso no me imaginaba que pudiera estar tan cerca de casa.

Las calles pobremente iluminadas y con fachadas llenas de grafittis eran la tónica de aquel barrio en el que la gente, cuya mayor afición parecía ser comer pipas y tocar palmas, se apelotonaba en los bancos medio rotos del parque.

Apenas quince minutos tardamos en llegar al domicilio, fácilmente reconocible por la ambulancia que había en la puerta.

- ¿Tengo que aparcar aquí? - pregunté rezando porque me contestara que no, que había un parking privado a la vuelta de la esquina.

- Si va a acompañarme, sí. - dijo desabrochándose el cinturón. En verdad llevaba razón, no tenía ni que preocuparme en teoría por el aparcamiento. - ¿Va a querer subir?

Me quedé pensativa unos instantes. ¿Y ahora qué hacía yo?

Pros:

1 - Estrechar relaciones con la jardinera para crear un ambiente más cordial.

2 - Seguir trabajando en mi misión de ser mejor persona.

3 - Estar entretenida. Total, en casa iba a estar sola y aburrida y Markus estaba fuera de la ciudad todo el fin de semana.

Contras:

1 - Probablemente encontrar a la vuelta el coche desvalijado.

2 - Tener que socializar con gente extraña y de la calaña de la jardinera.

3 - Conocer a la novia de la jardinera.

En realidad no sé por qué puse eso en la lista, pero en mi cabeza parecía no encajar en algo que no fuera una contra.

- ¿Señora Reche? - me llamó la atención asomada al lado de la puerta mientras yo seguía sentada mirando al infinito con las manos apoyadas en el volante. - Tengo que subir pero quería agradecerle antes de que se marchara que me haya traído. Me ha ahorrado una buena comedura de cabeza en el trayecto en bus.

Pero si ha sido solo un triste viaje. No entendía por que daba las gracias por todo.

Madre mía Alba, te estás volviendo una blanda.

Cuando se iba a girar, la llamé por instinto.

- Espera, voy contigo. - otro arrepentimiento más a la lista, si total ya...

- Pero quite esa cara señora, que no le van a hacer nada a su coche. Aquí somos buena gente. - no me dejaba más tranquila ni por asomo. No sé, llamadme paranoica, pero quizás dejar un coche de casi ciento cincuenta mil euros en un barrio de mala muerte por la noche no era lo que se considerara una buena idea.

- Eso espero. - contesté cerrando el coche y despidiéndome de él por si no lo volvía a ver de una pieza.

- Escuche. - dijo parándose antes de entrar en el portal y viendo la cara de compungida que yo llevaba. - En serio, no tiene que venir si no quiere. Ya ha hecho bastante y está claro que no está cómoda.

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora