22. Pecadoras de la pradera

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Día 71 en Villa Reche, segunda residencia.








POV NATALIA








- Nanita, ¿has visto mi chubasquero? - grité desde mi cuarto con voz desesperada. Llevaba como media hora buscando entre las cajas de debajo de la cama ropa que se asimilara a lo que Alba había descrito como "cálida".

Para mí toda la ropa cálida era de entretiempo. Larga vida a las sudaderas, chavalas.

- Nanaaaaaa ¿me estás escuchando? - seguro que estaba embobada jugando otra vez al candy crush. Sí, ella iba como un siglo por detrás...no esperéis verla jugando al amongas con la Rogelia y el Fermín.

Aparecí por el salón con unos pelos de loca y sudando como un cerdito porque apenas faltaban veinte minutos para que se presentase en casa y yo aún estaba con la mochila a medio hacer.

- Te lo puse anoche en el perchero, que no escuchas. - explicó con dejadez sin despejar la vista de la tablet. - ¡Oleeeee un súper combo!

- Graciaaaaaaas, te quiero un montonazo, eres mi campeona number one. - dije a toda pastilla, dejando un fugaz beso en su cachete y saliendo escopeteada hacia donde me había dicho.

Metí toda la ropa intentando doblarla lo mejor que pude, porque tampoco tenía ni idea de donde tenía pensado llevarme aquella cabeza loca, pero conociendo sus excentricidades, lo mismo me llevaba a un spa pijotero que a un resort de esos donde te dan masajes y te hacen todo tipo de chorradas.

Que tampoco es que me fuera yo a quejar, oye.

Que falsa, Natinat. Si tú lo que quieres es que te secuestre y no te deje salir de la cama en todo el día.

Búa, qué bien sonaba lo de compartir cama con ella.

Aún no habíamos podido acostarnos en condiciones y no veía el momento de hacerle todo lo que tenía en mente sobre un colchón blandito. Que lo de follar contra la pared, en la ducha o en un sofá está muy bien, pero una cama...

Eso ya es otro rollo.

- A ver, Nataliuka, vamos a hacer un repaso mental que te dispersas. - estaba un poquito bastante nerviosa y faltaban solo siete minutos para las diez. - Chubasquero, jersey finito, sudadera extra gigante, conjunto pa' dormir, bragas, muy importante las bragas, aunque con ella me vuelen al quinto coño, neceser, batería del móvil y mechero de repuesto.

Iba señalando con los dedos todo pero sabía que seguro algo se me olvidaba. Siempre se olvida algo, y mucho más a mí, que a veces tenía la cabeza encima de los hombros a modo de adorno de navidad.

¡Coño el cepillo de dientes!

Cuando lo tuve todo listo, me colgué la mochilica a los hombros y la riñonera enganchada en un lado. Como de verdad me llevara a algun sitio de ricachones iban a flipar con mis pintas pero es lo que había.

Una lleva la clase por dentro. Eso es así.

- ¿Ya te vas? - por fin se dignó a alzar la vista del dichoso juego, bajándose las gafas de cerca para echarme un vistazo de arriba a abajo modo abuela. - Qué bonica eres mi niña. Si es que te como la cara esa que tienes.

Jo.

Me acerqué a ella dando saltitos y como aún me sobraban unos minutos y me puso esa cara de querer achucharla todo el rato, me senté un ratito allí con ella. Iba a dejar a la pobre sola dos días, aunque le había dejado todo listo para que ella no tuviera que mover ni un dedo a la hora de cocinar o limpiar.

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora