Epílogo del potaje y la no-suegra

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POV NATALIA








- Mmmmmmmm Albiti me encanta que te despiertes así de cariñosita pero no me lamas la oreja porque sabes que soy de mechita corta. 

Estaba en el quinto sueño pero cuando se trataba del arte amatorio con mi rubia, no había dios que se resistiera.

- Cariño... - me volví a quejar entre ronroneos. 

Estaba metida entre las sábanas hecha un ovillo súper calentito pero lo cierto es que no notaba mucho el calor corporal de mi compañera de cama. Y eso que ella era una estufa andante. 

No necesitaba pijamas de pelillo.

- ¿Se puede saber por qué tienes esa cara de lela? - escuché la voz de la rubia a lo lejos entrando a la habitación.

Un momento...

Si esa era la voz de Alba...¿Quién o qué me estaba chupando la oreja?

- ¡Lilith! - grité pegando un brinco y espantando a la gata que salió escopeteada fuera de la cama.

Esa bolita de pelo experta en camelarse a la gente, se estaba acostumbrando demasiado rápido a meterse entre nuestras sábanas y entre eso y que yo no era capaz de distinguir recién levantada entre la dulce lengua de mi chica y la rasposa de un felino, pues íbamos buenas.

- Esa gata un día me va a provocar una embolia y cargará sobre tu conciencia. - me quejé volviéndome a tapar con las sábanas. - Está aprendiendo demasiado rápido las malas mañas de su madre.

Sentí los pasos acercarse de la rubia. Hasta su aura podía sentir ya.

- Pero si te encanta que te de mimos. - se sentó a mi lado y yo saqué un poquito la cabeza de la maraña de sábanas que tenía encima. Lo justo para poder verla solo con una camiseta extra grande de Balenciaga como pijama.

Loca me volvía ese estilo tirado-pijo suyo.

- Sí jo, pero me gustan más los tuyos. No es comparable Albiti. - me quejé haciéndome la ofendidita.

- El otro día bien que te gustaba cuando te quedaste dormida en el sofá con Lilith y Azalea dándote calor. - dijo tumbándose a mi lado. - Y yo sola y abandonada en una esquina. Tener novia para esto.

No merecía mi cositi.

- Me quieren más a mí. - la piqué acurrucándola en mi pecho. - Acéptalo de una vez Albiti. Soy la mamá molona.

- A ver si voy a tener que sacar mi vena autoritaria de nuevo. - alzó la cara rozándome con la nariz el borde de la mandíbula.

Uff no me venía bien ver esa cara ahora.

- ¿La de altanera perdonavidas? 

Ella asintió mordiéndose el labio.

- Esa casi que mejor esta noche mi amor. Cuando la pueda aprovechar en condiciones. - dejé un beso lento y torturador en sus labios. Ella sabía jugar, pero yo iba a ganar. - Mira qué hora es y nosotras con estos pelos.

Ellas, domésticas.

Y es que para situarnos un poco en el contexto, se podría decir que nuestra relación iba viento en popa a toda vela. 

Llevábamos un par de meses conviviendo juntas, porque aunque le hubiera pedido oficialmente que fuese mi novia hacía relativamente poco tiempo, actuábamos casi como una pareja de recién casadas. Aunque la boda quedase lejísimos en nuestros planes.

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora