14. Las señales inequivocas del encoñamiento

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POV NATALIA




¿Hay algo mejor en el mundo que estirarse a pierna suelta nada más abrir los ojos? 

Pues anda que hay pocas cosas. Por ejemplo, quitarse los tacones después de venir de fiesta. Supera esa.

Tus ganas. Eso es porque no te has levantado hoy con el sabor de Alba Reche hasta en el cielo de la boca.

Ahí ya me callo, pero ¿qué tiene que ver la señora con estirarse como un gato panzarriba?

Que la sensación de placer se multiplica por mil recordando que estás así de relajadita gracias a ella.

Con una sonrisa de penca que no se me iba, me abracé a la almohada, acordándome segundo a segundo de la noche anterior y como toqué las estrellas en compañía de la mujer que se estaba convirtiendo en una obsesión incontrolable.

Ains Albiti, menudo trastorno más malo me has dejado en la cabeza. 

No me gustaba levantarme demasiado tarde los fines de semana, por el tema de aprovechar el día con mi nanita y pasar tiempo con ella, pero esa mañana es que parecía que no había por donde de despegarme de las sábanas.

- Mi niña, ¿estás despierta? - la voz de mi nana me despertó del letargo donde la única protagonista no dejaba de aparecerse en mis sueños, estrangulándome con sus piernas. 

- Siiii, ya salgo. - contesté alegremente poniéndome una camiseta ancha. Me encantaba dormir en pelotas en verano. Sentir el fresquito en las tetillas.

Me miré al espejo y joder, es que tenía hasta el cutis brillante. Y eso que ni me tocó.

El poder de la Reche.

Entré a la cocina rodeando al amor de mi vida por la espalda y dándole un besazo en el cachete, lo que hizo que me mirara directamente como preguntándose quien era esa Natalia y en qué descampado me había deshecho de la niña de los ojos tristes de días atrás.

- Ahí tienes el desayuno preparado mi niña. - dijo como quien no quiere la cosa dándome un cachetito en el culo. - Y en la nevera tienes también el puré de calabacín que no te comiste anoche...

Ejem...y ahí estaba la manera sutil de la nana de indagar.

Me senté en la mesa de la cocina pegándole un bocao a la tostada que casi me llevo el dedo por delante y haciéndome la que no se enteraba. Tampoco es que llegara a las mil, pero cuando lo hice, estaba ya la pobre fritísima en el sofá y ni se enteró de cuando la dejé en la cama.

- Bueno qué, ¿no vas a decir nada o te lo tengo que sacar yo? - se sentó a mi lado, pegándole un sorbo a su café descafeinado y poniéndome unos ojillos que no sabía si iba a poder esquivar con mis técnicas milenarias. - Esa cara de felicidad que tienes hoy será por algo digo yo.

Que me tenga yo que callar...

Flashback a la noche anterior

Después de la locura inesperada que fue el polvazo en la berlingo, nos vestimos como si nada, pero lejos de estar incómodas, hicimos el camino de vuelta a Villa Reche con una cercanía que me sorprendió. 

La pena es que todo pasó demasiado rápido porque si por mí hubiera sido habríamos estado dándole que te pego toda la noche, y ganas tampoco le faltaban a ella, pero después de haberme llevado tantas decepciones, estaba segura de que la señora se iba a arrepentir en algún momento y probablemente se comportaría lejana conmigo de nuevo.

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora