10. La mecha más corta que una cerilla de los chinos

13.9K 831 549
                                    





POV NATALIA






¿Podría morir mañana tranquilamente? Podría.

¿Quería?
Joder, después de haber probado los labios más suaves, blanditos y apetecibles de toda mi puta existencia, ni en sueños.

Aquel beso había sido como un salto al vacío en paracaídas. Sabes que da miedo y que te puedes pegar una hostia del copón si no llevas sujección pero aun así, lo haces. Porque la adrenalina puede más, y porque puede ser único e irrepetible.

Tener a la señora Reche en mis brazos por unos minutos se sintió tan bien que parecía irreal. No sé en qué puto momento nos lanzamos a comernos la boca pero bendito impulso o lo que fuera que le hubiese dado. Estaba en el paraíso surfeando en su lengua.

Pero las olas llegaron al acantilado y la tabla de surf se fue al carrer.

Me despegó bruscamente dándome un empujón que casi me tira al suelo y dejándome boqueando como una retrasada.

- Apártate de mí. - dijo con asco y limpiándose la boca con el dorso de la mano. Una puñalada en el costado igual hubiera dolido hasta menos.

Alzó la vista y se quedo con sus ojos fijos en los míos, bailandolos de un lado hacia otro y con el pecho subiendo y bajando como un boomerang. Sus palabras decían una cosa, pero su mirada no se acercaba a eso ni de lejos.

- Señora Reche, no ha...

Me intenté acercar a ella para calmarla y explicarle que aquello no había sido nada, pero dió un par de pasos retrocediendo y poniendo la mano entre las dos.

Otra vez barreras no, por favor.

- Lárgate ahora mismo. - escupió dándose la vuelta y llevándose con ella mis esperanzas. Me dejó sola y con mil preguntas en la cabeza.

No me quedó más remedio que obedecerla. Recogí mis cosas y me marché con una sensación totalmente opuesta a la que se supone que tienes que tener cuando le das un beso así a tu crush supremo y encima, te corresponde.

No esperaba que me jurase amor eterno pero tampoco aquella guarrada. No hacía falta ser tan cruel, aunque viniendo de ella, ya nada me sorprendía.

Joder Natalia, te has lucido campeona. Le comes la boca y a cambio ¿sabes lo que te va a dar? Número para la cola del paro.

En ese momento, me bajé de la nubes y caí en lo jodida que estaba. Me iba a despedir y ya podía patalear todo lo que quisiera que no podría hacer nada.

Bueno, por lo menos el pedazo de morreo que me ha metido no me lo quita nadie.

Pa' mi pa' siempre.





Día 37 en Villa Reche






- Mi niña, no has probado bocado y eso que son tus cereales preferidos. - escuché a mi nana murmurar mientras seguía dándole vueltas a la cuchara dentro del tazón de leche.

Llevaba un par de días desde el beso en el cobertizo que no había podido quitarme de la mente lo que pasó y aquello me estaba empezando a afectar bastante fuertemente. El día siguiente a la noche de la discordia, llegué a trabajar con casi un ataque de cagalera de lo acojonada que estaba de ver a la señora. No había podido pegar ojo en toda la noche pensando en como sería el reencuentro y lo que tardaría en despedirme. Si lo haría rápido o torturándome antes, dándome una especie de lección.

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora