15. Un cortacesped llamado deseo

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Día 51 en Villa Reche





POV ALBA





El sonido de los acordes de jazz retumbaba en los altavoces del mercedes, mezclándose con el repiqueteo de mis dedos en el volante.

Estaba nerviosa. Más de lo usual.

Tenía un cara a cara con uno de los abogados más mezquinos y depravados del panorama y aunque llevaba preparado a las mil maravillas el plan de actuación, aquello seguia siendo la  parte menos agradable de mi trabajo. No me vanagloriaba de tener que utilizar mis argumentos más bajos y viles para amedrentar a aquellos chupasangres a sueldo de corruptos sin escrúpulos, pero antes de dejar que se salieran con la suya, haría lo imposible por acobardarlos.

¿Y solo por eso estás nerviosa? Venga mujer, si sabes que eres la mejor en tu trabajo y que esto es pan comido para tí.

Vale. Quizás alguna pequeña parte de mis nervios también estuviera condicionada por el hecho de que hoy era el día en el que la jardinera iría a casa de Piluca. Y no, no estaba entusiasmada con la idea.

Tampoco es que me quitara el sueño lo que pudiera pasar porque ya había quedado demostrado en los últimos días que si alguien tenía poder sobre ella era yo. Es cierto que al principio la intenté animar a que declinara la oferta de mi amiga y se centrara exclusivamente  en sus tareas en mi jardín pues me llevaban los demonios pensar en lo que la libidinosa de Piluca podía intentar con ella, pero cada día que pasaba, la morena me probaba más su lealtad.

Y de qué manera. 

Inconscientemente apreté los muslos recordando nuestras despedidas en aquel cobertizo cochambroso que se había convertido en un escenario de lujuria sin control.

Besos húmedos, el roce de su cuerpo contra el mío, la destreza con la que deslizaba sus labios en mi piel y jadeos entrecortados como única forma de comunicación.

Se había tomado al pie de la letra lo de despedirse personalmente al acabar el día, y tras el malentendido ocasionado por el ramo de gardenias, pareció captar el mensaje a la perfección y reducir nuestro juego a lo carnal.

Y yo no sería la que me quejase en absoluto. Tan solo lamentaba que quizás por haber estado tan metidas en esa vorágine de pasión desmedida, no hubiera podido terminar de culminar mis ganas por ella. Esas ganas que cada vez iban a más y que me pedían volver a sentirla en todo su esplendor, pero el escenario no era el más adecuado y las circunstancias no se habían dado aún.

Para con el remember Alba, que vas a llegar a la reunión con un lago entre las piernas.

Aparqué el coche dentro de la Audiencia y me permití unos segundos para relajarme antes de salir. Lo que tenía por delante se merecía de toda mi concentración.

Respira. Todo va a ir maravillosamente bien. Esto está ganadisimo.

Vale.

Y piensa que Natalia va a ser toda tuya en diez horas y treinta y siete minutos. 

Respiré hondo, me retoqué el maquillaje y salí dispuesta a comerme a quien se me pusiera por delante esa mañana. 

Unas horas más tarde nos despedimos en la puerta felicitándonos entre los compañeros por el éxito del careo. Afortunadamente todo había salido según lo previsto. La acusación seguía adelante y habiamos ganado un tiempo valiosísimo. Conseguí templar los nervios y que asuntos extrajudiciales no ocuparan ni un minuto de mi tiempo. 

Un Jardin - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora