Capitulo 4

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YongSun

En un tribunal se siente una energía justo antes de leer el veredicto, una estática que crepita en el aire. Es una tensión compartida que te deja sin aliento, la misma que los romanos debieron de sentir en el Coliseo mientras esperaban ver en qué dirección el César señalaría con el pulgar. El pulso aumenta, la sangre zumba y la adrenalina crece. Es emocionante. 

Tan adictivo como sexo realmente fantástico. Del tipo que te deja marcada, adolorida, y agotada, y no puedes esperar para hacerlo de nuevo. 

Siempre supe que quería ser una abogada. Desde niña, veía series como LA Law, donde las abogadas poseían ingenios punzantes, lucían trajes elegantes, peinados impecables, y trabajaban en oficinas de cromo vidriadas, en rascacielos. 

La educación era la prioridad más alta para mis padres, ya que tuvieron un acceso limitado a ella. Mi madre salió de la pobreza de su pueblo natal en Daegu para llegar a la relativa opulencia de Gunsan cuando era una niña. Pero escapó del analfabetismo sólo después de conocer a mi padre, quien le enseñó a leer cuando tenía dieciséis años. 

Juntos, emigraron a los Seúl y se convirtieron en la definición misma del sueño: consolidaron un negocio próspero, elevándose a través de las filas de la clase media, hacia la riqueza próspera. Plenamente conscientes de las oportunidades que ofrecía su trabajo a sus hijos, nos inculcaron a cada uno de nosotros (a mis tres hermanos mayores y a mí) que la educación era la llave para abrir todas las puertas. Era un tesoro que nunca podría ser robado, la red de seguridad más duradera. No es casualidad que cada uno de nosotros fuera a buscar campos profesionales: mi hermano mayor, Namjoon, se convirtió en médico; el siguiente, Jiyong, en un contador público certificado, y Kibum, sólo un año mayor que yo, es ingeniero. 

—Señora Encargada, ¿han llegado a un veredicto? 

Nuestro cliente Woo Zico no dirige su atención a la mujer que está a punto de anunciar el veredicto de su juicio, sino que descaradamente la dirige hacia mis senos. Me hace sentir sucia de una manera desagradable. 

Tomaré una buena ducha caliente en el futuro, para limpiarme de la sordidez. 

—Sí, Su Señoría. 

Al entrar en la defensa penal, sabía que había una alta probabilidad de que tuviera que trabajar con cabrones como Woo Zico, pero eso no me impidió hacerlo. Era la más joven de mi familia, y la única mujer, por lo que fui altamente protegida. Pero en lugar de restringirme, ese instinto de protección condujo a mis padres a asegurarse de que fuera capaz y estuviera preparada para lo que la vida pudiera lanzarme. 

—Oportunidades —diría mi padre—, hay que aprovecharlas con ambas manos, porque nunca se sabe si vendrán de nuevo. 

Él fue quien me enseñó a no tener miedo. 

Una oportunidad es todo lo que él siempre quiso para mí. Más que un marido o hijos, quería que yo tuviera la oportunidad de ir a cualquier parte. Hacer cualquier cosa. 

Ser criada en Seúl me dio una ventaja. Es una ciudad hermosa, pero al igual que todas las zonas urbanas, tiene sus peligros. Aprendí pronto a moverme rápido, pero siempre manteniéndome firme, estando en guardia y, en general, desconfiando de personas desconocidas hasta que demuestren lo contrario. 

En definitiva, una mirada lasciva del desagradable hijo de un senador, como lo es Woo Zico, no me intimida. Si alguna vez tratara de tocarme con más que sus ojos, podría colocarlo de rodillas sólo con el giro de su muñeca. 

Tan simple como eso. 

—¿Cuál es? 

Aquí vamos. Momento de la verdad. 

Rechazada [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora