Capitulo 11

984 99 19
                                    

Byul

Me estaciono en la entrada, salgo de mi camioneta, y me reclino contra ella, los brazos cruzados, absorbiéndolo todo. 

La casa de los padres de Krystal es como la tierra olvidada por el tiempo, nunca cambia realmente. La pintura blanca en la casa se está despegando como siempre en los mismos lugares. En el gran roble a un lado todavía cuelga el mismo columpio en el que solía empujarla, y todavía tiene esa rama perfecta que llega lo suficientemente cerca de la ventana de Krys para subir. 

Su familia, como la mía, ha trabajado estas hectáreas por generaciones. Pero donde la ganadería es un poco más lucrativa y confiable, los agricultores de cultivos como los Jung tienen más dificultades. Puedes cosechar cuatrocientas hectáreas de maíz, pero si todo lo que estás obteniendo son unos centavos por kilo, no habrá mucho que mostrar. 

—¡Krystal! —grita Nana desde su posición en el pórtico—. Esa chica está aquí otra vez. 

Esa chica. 

Nana nunca fue exactamente mi mayor fan. Siempre me miró con cierta sospecha, y molestia. De la manera en que observarías a una mosca zumbando alrededor de tu comida, sabiendo exactamente cuáles son sus intenciones, a la espera de que aterrice. 

Así puedes sacarle las tripas con un periódico. 

Después de que Krystal se embarazó, y nosotras no nos casáramos, todas las apuestas se fueron. Nana se volvió absolutamente hostil. Pero la escopeta que se encuentra sobre su regazo mientras se balancea en su silla de mimbre, esa no es para mí. 

Bueno... no es sólo para mí. 

El esposo de Nana murió cuando Krystal todavía se hallaba en pañales. Lanzado de un caballo cabreado, el viejo Henry acabó aterrizando de manera equivocada en el momento equivocado. Nana ha mantenido la escopeta de Henry con ella desde entonces, incluso duerme con ella. En caso de que llegue el día en que ladrones, caigan del cielo. Está decidida a eliminar tantos como pueda. No está cargada, y cada miembro de la familia de Krystal hace lo imposible para mantenerla de esa manera. 

Algunos dicen que tiene demencia, pero no lo creo ni por un segundo; su mente es tan aguda como su lengua viperina. Creo que en lugar de caminar despacio y llevar un gran bastón, simplemente se siente mejor pisoteando fuerte y cargando una jodida escopeta. 

Krystal asoma la cabeza por la puerta de tela metálica, su cabello recogido en un moño desordenado, todavía usando la bata rosa del hospital del turno nocturno del que acababa de salir. Me mira fijamente por unos momentos antes de que la preocupación en su rostro se deslice en una pequeña sonrisa.

 Amigable, un poco culpable, pero no sorprendida. 

Ahora que ambas hemos tenido un par de días para tranquilizarnos de nuestra conversación telefónica, sabía que yo vendría. Sostengo en alto el paquete de cervezas Budweiser, alzando las cejas a modo de pregunta. 

Asiente, luego sacude la cabeza hacia el interior de la casa. —Sólo déjame ir a cambiarme. 

Esta es nuestra tradición. Desde que teníamos dieciséis años, cada vez que venía a casa, cuando queríamos estar a solas o si había algo grande de lo que teníamos que hablar, era un paquete de seis cervezas y un paseo al río. 

Una manta en la orilla es nuestro sofá de terapia. Todavía no nos ha fallado, y no tengo ninguna intención de dejar que nos falle ahora. 

Después de que Krystal desaparece de la puerta, subo lentamente los escalones del pórtico, de la manera en la que te acercarías a un viejo oso cascarrabias en hibernación. Estás bastante seguro de que es prudente, pero es mejor estar preparado para retirarse sólo en caso de que deje un buen golpe de sus garras. 

Rechazada [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora