Capítulo 21

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Byul

Cuando era joven, el predicador nos daba sermones sobre el infierno. Lo hacía sonar como el interior de un volcán en erupción, con sus lagos ardientes, lava derretida y dolorosas profundidades. Pero no creo que el infierno sea fuego y azufre. 

Creo que el infierno es la sala de espera de un hospital. 

Cada segundo interminablemente lento que pasa, es como un reloj con las pilas gastadas. La frustración, el miedo, incluso el aburrimiento, es tan potente que tu cabeza palpita. 

—¿Nana va a morir, mami? 

Aeri está sentada a mi lado, apoyada contra mí, con mi brazo a su alrededor. YongSun está al otro lado, sosteniendo mi mano. Krystal ha estado buscando información, pero incluso trabajando aquí, la única respuesta que es capaz de conseguir es "esperando por los exámenes". Amber le trae café, le dice que intente sentarse. Los padres de Krystal y los míos están esparcidos por la sala de espera, junto con un puñado de vecinos, quienes tienen familias heridas por la tormenta. 

—No lo sé, nena. —Le acaricio el cabello—. Nana es una mujer fuerte. Deberías pensar en cosas buenas, rezar una oración. 

Justo en ese momento, el Dr. Baek sale y Victoria, Nichkhun, Krystal, Amber y Jessica se reúnen a su alrededor. —Fue un ataque al corazón —dice, mirando a la madre de Krystal—. Uno grande. Pero está estable. Estará aquí por unos pocos días. Tenemos que practicarle varios exámenes más, pero no parece haber ningún daño duradero. 

Hay un pesado y colectivo suspiro de alivio. Victoria pregunta—: ¿Podemos verla? 

—Sí, puede tener visitas, uno a la vez. Pero está preguntando por Byul Yi —responde el Doctor.

Y los suspiros se vuelven una ola de "qué demonios". 

Me pongo de pie. —¿Yo? ¿Está seguro? 

La mirada en su rostro dice que Nana ha sido bastante fastidiosa sobre ello. —Fue muy insistente. 

Mi mirada se encuentra con la de Krystal, ambas perplejas. Luego, me encojo de hombros y sigo al Dr. Baek por el pasillo, dejando a Victoria Jung cacareando en la sala de espera como una gallina cuyo huevo ha sido quitado. 

Me deja afuera de la puerta de la habitación de Nana. La abro lentamente y entro con cautela, consciente de que estoy entrando en la habitación de una arpía que me ha amenazado con dispararme en más de una ocasión, y es posible que se haya guardado una jeringa o un bisturí que tiene toda la intención de lanzarme en la cabeza. 

O en alguna parte más abajo. 

Pero cuando entro, es sólo Nana, en una cama de hospital con sábanas puestas hasta su mentón. Y por primera vez en mi vida, luce... frágil. Vieja. 

Débil. 

Cuando trago saliva, pruebo las lágrimas en la parte posterior de mi garganta.

Y un héroe necesita su enemigo. Es sólo en esta fracción de segundo que me doy cuenta el enemigo maravillosamente formidable que siempre ha sido Nana para mí. Cuán malo sería... Cuánto la extrañaría... si ya no pudiera llenar más ese papel. 

Sus próximas palabras, jadeantes y debilitadas, traen esas lágrimas justo hacia mis ojos. 

—Hola, muchacha. 

Sonrío, y con voz un poco estrangulada digo—: Señora. 

Su frágil mano palmea el espacio junto a ella y me siento en la silla junto a la cama. 

Me mira con ojos cansados pero decididos, empeñada a decir lo que tiene que decir. —¿Sabes por qué nunca me agradaste, muchacha? 

Me aclaro el nudo en la garganta y le respondo—: ¿Porque embaracé a su nieta?

Rechazada [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora