Parte 53

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—¡Irene, hola! — Dice Seulgi.

—Hola—. Responde ella feliz. —Sé que llegue un poco temprano, pero mi mamá no podía traerme después.

—No te preocupes—. Lleva puesta una playera blanca y holgada. Unos jeans con un cinturón marrón y su peinado es un poco extraño, pero se ve muy linda. —Pasa.

Irene entra al apartamento.

—¡Hola, Irene! — Saluda la mamá.

—Buenas tardes, señora.

—¡Ven! ¡Ven a sentarte!

La dibujante va junto a su invitada y ambas se acomodan en la mesa. Seulgi se sienta junto a la castaña.

—¿Entonces? ¿Qué es lo que no quieres? — Le pregunta la chica que le gusta.

—Empanadas...

—¿Empanadas?

—El casero vino a vendernos unas.

—Oh, las empanadas son buenas.

—¿¡Quieres!? ¡Puedo ir a buscarlo y traértelas!

—N-no, sólo decía...

—Oh...ok...

—Así que, Irene, ¿vas en el mismo salón de mi hija?

—¡Sí! Somos amigas.

—Espero que te guste el Dakgalbi—. Comenta la madre.

—¡Claro!

—Seulgi y yo lo hicimos con mucho esmero. Bueno, más bien Seulgi. Yo sólo ayudé.

—Ah, ¿sí?

—Sí.

—Pues lo comeré con mucho gusto—. La progenitora toma el plato frente a su invitada y sirve, de la sartén en la mesa, una porción de la comida.—Gracias.

Luego le sirve a su hija y finalmente se sirve ella.

—Seguramente te lo dicen seguido, pero eres muy bonita, Irene.

—Se lo agradezco.

—Qué buen gusto tiene mi niña.

Irene sólo ríe tímidamente ante el comentario.

—¿¡Qui-quieres algo de tomar!?— Pregunta nerviosa Seulgi.

—Aaaammm... ¿tienes agua de sabor?

—Sí, de pepino—. Dice la progenitora. Irene enseguida hace una cara de "Tiene que estar bromeando". —¡No es cierto! Es de naranja. Seulgi, sírvele a Irene—. Con cuidado de no derramar nada la susodicha deposita en los tres vasos el agua. —Cuéntame, Irene, ¿Tienes hermanos?

—¡Sí! Una hermana menor. Seulgi ya la conoce.

—¿Sí? ¿Por qué no me habías dicho? — La cuestiona su mamá.

—No me pareció algo importante.

—Se llama Nayeon—. Añade Irene

—Va a la misma escuela que nosotras.

—Ya veo—. Comenta la madre. —¿Tienes novio, Irene?

Al oír lo que su madre pregunta, la dibujante casi se atraganta con el pedazo de pollo que mastica.

—Eeemm...no...—Responde la susodicha algo incómoda.

—¿¡Me lo juras!?— La castaña asiente nerviosa. —Pero ¿¡cómo!? ¿No te gusta nadie?

—Este...sí...sí hay alguien...— La muchacha que le gusta a Seulgi mira al piso, apenada.

—¡Mamá, no seas indiscreta!

—¡Ups! Tienes razón, ya me callo.

—Su hija es muy inteligente, señora. Ella me hizo subir mi nota en mate.

—¡Ay, ¡qué linda!

—También es muy talentosa. ¡Me dibujó!

—¿De verdad? Tienes qué mostrarme ese dibujo, Seulgi. —La mamá de pronto mira su reloj. —¡Oh, vaya! ¡Ya debo volver a trabajar!

—¿¡Qué!?— Dice la hija. —¿Te vas a ir ahora?

—¡El deber siempre llama! Estuvo deliciosa la comida, hija.

—¿¡Nos vas a dejar solas!?

—Sí, se portan bien. ¡Me encantó conocerte, Irene! Debes venir más seguido.

—¡I-igualmente!

Sin decir nada más, la madre toma su portafolios, el cual estaba en la entrada, y sale dejando a Seulgi y a su invitada completamente solas.

Anormal (SeulRene ver.) {Terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora