Lucia dio tres pequeños golpes en aquella puerta, segundos después fue abierta por Daniel quien miró de pies a cabeza a la chica muy sorprendido de su presencia.
-Vaya, no creí volver a verte.-confesó. -Pero me alegra que estés aquí.-comentó antes de abrazar a la ojiverde.
-Hola Dani.-saludó al separarse.
-¿Vienes por él?.-pregunto un poco dudoso.
-Necesito verlo.-se limitó a decir.
-La última puerta del segundo piso.-señaló las escaleras, la chica solo asintió comenzando a subir por ellas.Llegó a la puerta indicada anteriormente, sus manos temblaban y sudaban al mismo tiempo, los nervios parecían apoderarse de su pequeño cuerpo. Pero no dejaría que eso la detuviera, ya estaba frente a la habitación solo debía tocar para encontrarse con quien ella hace mucho quería ver. Dio dos leves toques en la puerta y esperó a que esta fuera abierta.
-¿Qué sucede, Dani?.-pregunto el chico pero al encontrarse con Lucía y no con su mejor amigo sus ojos se abrieron dejando ver cuan sorprendido estaba.
-Lucía.-dijo en un hilo de voz, más para él que para la chica.
-No debí irme, Alex...-dijo mirando al chico con detenimiento, como si de memorizarlo se tratara. Ya hacia varios meses que no lo veía, lo extrañaba tanto. -Fui una tonta, al ale...-No terminó de hablar cuando sintió como el ojiverde la abrazaba con fuerza, pudiendo aspirar todo su perfume y notando como pequeñas lagrimas rodaban de sus mejillas. -No he dejado de quererte, incluso te amo. Me fui teniendo miedo, miedo a amarte y romperme en el proceso.-explicó sin romper el abrazo.
-Solo no te vuelvas a ir, Lu.-suspiro. -por favor.-agregó mientras sus ojos se cristalizaban.
-Lo siento tanto, perdón.-realmente estaba arrepentida de abandonar al chico, de alguna forma también sintió abandonarse ella, nada era igual sin ese par de ojos verdes en su vida.
-Todo está bien y estará mejor ahora. Estamos bien.-beso su cabeza y la abrazo más fuerte.