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(A partir de ahora pondré los guiones así — en vez de así -, probablemente tenga que cambiar los guiones de los capítulos pasados, asique tenedme paciencia, gracias por leer <3)

Mónica estaba más que feliz, se había quitado a Lolito de en medio, y encima había dejado de gobernar, dejando el paraíso al descubierto.

Sabía que si la pillaban, se la iba a cargar, pero no era su culpa.

No era su culpa que quisiera proteger a Auron.

De Lolito.

— ¡Mónica! ¿En qué piensas tanto? — Preguntó el azabache, Luzu había salido un rato para despejarse.

Desde que se enteró que Lanita murió, no paraba de llorar ni lamentarse, y tristemente Willy ni había ido a visitarlo.

— Nada, simplemente algunas cosas. — Murmuró la doncella, mirando ahora al de piercing con una sonrisa.

Desgraciadamente, lo único que le quedaba a Mónica era Auron. Y no lo iba a dejar ir.

— ¿Estás feliz Auron? — Pregunto la de ojos gélidos mirando como su hermano ladeaba la cabeza pensativo.

— Sí, ¿Y tú? — Respondió y pregunto seguidamente el más pequeño, con una sonrisilla.

— Siempre y cuando tú lo estés. — Le soltó la doncella poniéndole las dos manos en las mejillas acariciandolas.

— ¿Por qué preguntas? — Dijo el moreno muy confuso.

Ya que no sabía a qué venían esas extrañas preguntas.

— Tu felicidad es lo más importante para mí, si te perdiera... No se lo que haría. — Murmuró ella poniéndole el pelo bien, como una madre a su hijo.

Mónica siempre fue la mayor, la que tenía que encargarse de su hermano menor, asique hizo el papel de madre.

— Pero nunca me vas a perder Mónica. — Le dijo él convencido sonriendo en ello.

— Lo sé, y créeme haría de todo porque estuvieras bien. — Soltó ella en tono cariñoso, retirando las manos, pero Auron le cogió el brazo.

— Gracias. — Murmuró él y la sorprendió dándole un abrazo que ella terminó correspondiendo.

Ambos lo necesitaban.

— ¿Donde has estado cariño? — Pregunto preocupado Mangel, sabía muy bien lo que podía llegar a hacer Lolito

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— ¿Donde has estado cariño? — Pregunto preocupado Mangel, sabía muy bien lo que podía llegar a hacer Lolito.

El pelirrojo no llevaba ni una gota de sangre, pero venía empapado, Mangel se extrañó, ya que no había llovido.

— Había ido a cogerte estás flores pero me caí al lago. — Murmuró el de ojos verdosos extendido unas cuantas amapolas, mojando el suelo ya que las gotas de agua caían a este.

the arrogance of a god - willganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora