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— Espera no podemos hacer eso, no vamos a arriesgar a Fargan. — Empezó a decir el ser divino con el ceño fruncido, no le estaba gustando a donde iba el plan.

— ¿Que vamos a hacer si no? Aquí todos sabemos que Staxx no es tan tonto como para entregarse el solo. — Empezó a decir Vegetta frunciendo también el ceño. — A mí tampoco me gusta el plan, pero no tenemos opción.

— ¿Y que hacemos cuando lo tengamos? Es un dios, no podemos tenerlo encerrado o algo. — Soltó el teñido haciendo que todos lo mirasen en silencio.

Nadie había pensado en la opción de qué hacer con él, ya que ninguno tenía idea.

— ¡Esto es una mierda! — Empezó a quejarse el albino tirando de sus cabellos blancos con frustración.

Todo se volvió a quedar en silencio, cada uno pensativo, necesitaban más tiempo para pensar y menos para actuar.

— Necesitamos la ayuda de alguien más. — Terminó diciendo el de ojos morados. — Esto puede acabar muy mal.

— ¿Conoces a alguien que nos quiera ayudar? — Preguntó Fargan por primera vez a su dios, este lo miró pensativo para después desviar la mirada.

— Bueno, costará algo convencerlo, pero nos va a ayudar si de Frank se trata. — Respondió dando una sonrisa ladeada, hacía tiempo que no lo veía.

— ¿Se puede saber de quién estamos hablando? — Preguntó el prometido de Vegetta, alzando una ceja confuso.

— De Borja Luzuriaga. — Contestó el albino sonriendo para sí teletransportandose hacía el hogar de aquel dios.

Auron entró a la consulta esperando a su nuevo paciente, ahora trabajaba en el centro del pueblo, en una pequeña oficina, era unos de sus primeros días, y tenía que decir que pagaban muy bien, lo suficiente para tener de sobra

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Auron entró a la consulta esperando a su nuevo paciente, ahora trabajaba en el centro del pueblo, en una pequeña oficina, era unos de sus primeros días, y tenía que decir que pagaban muy bien, lo suficiente para tener de sobra.

A parte de que él era el único psicólogo y la cuidad lo necesitaba, asique se sentía como un "héroe".

La puerta sonó haciendo que el se pusiera rápido sus gafas y esbozando una sonrisa.

— Puede pasar. — Dijo amablemente educado haciendo que la persona de detrás de la puerta entrase.

La cara de Auron era un poema, estaba en shock, no se esperaba que entrase por ahí el dios Lolito, con un semblante serio, como si verdaderamente estuviera muerto.

— ¿Que haces aquí? — Preguntó el de piercings algo asustado, mirando con temor al pelirrojo de delante suya.

— No entiendo señor psicólogo, estoy aquí porque mi pareja me ha traído, mi marido, él se llama Mangel. — Habló el de ojos verdosos con una sonrisa de sinceridad, tenía un pequeño brillo en sus ojos que el moreno nunca había visto.

¿No se acuerda de nada o cómo? — Preguntó el de ojos oscuros para sí, analizando todo el rostro del de cabellos naranjas, parecía que estaba diciendo la verdad.

the arrogance of a god - willganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora