.четвёртый.

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Esa semana los subinspectores Fred y Dan no aparecieron por la comisaría, parecía que la tierra había decidido tragárselos. A Volkov que Dan no estuviera era mejor, así no tendría a alguien que se creía mejor que el tras su espalda como una mosca pesada, pero aunque fuera un poco si que quería tenerle cerca, era como un pequeño clon, en versión sería y malhumorado de Horacio.

—¿Qué quiere intendente? —pregunto por radio desinteresado.

—Traeme un café y una botella de agua, la necesitaré. Estoy en la sala de interrogatorios —informo con mal humor seguido de eso apagó la radio.

El ruso resignado se levantó de la mesa donde se encontraba haciendo papeleo, bajo a la cafetería y pidió dos cafés bien cargados y una botella de agua, con pasos lentos y cansados camino hasta la puerta y con el codo, pues sus manos estaban ocupadas, abrió la puerta, entro de espaldas y cerró con una pequeña parada, más cuando se giró jadeo casi asustado —. ¡Joder Volkov cuidado! —grito quitándole el café que le pertenecía de las manos de este.

—¿Qué...? —susurro consternado —. ¿Qué hace aquí?

—¡Jugar al parchis, no te jode! —objeto sarcástico. Horacio estaba sentado en la silla, su ropa estaba rasgada, su cresta se encontraba peinada hacia un lado y heridas se encontraban por cada parte de su cuerpo, esa imagen encogió el corazón del comisario de manera agresiva —. Me informaron de pelea callejera, y pues me encontré al pequeño Nicolás. Estas de suerte crack, no volverás a ver la luz del sol.

El interrogatorio entre gritos de Conway y el silencio por parte Horacio se hizo presente entre esa hora y media, el ruso observaba espectante con los brazos cruzados. El interrogatorio no avanzaba, y Horacio no dejaba avanzar, arto del silencio Conway saco la porra dispuesto a desahogarse con el hombre que se encontraba sentando en la silla. Conway alzó su mano, Horacio cerró sus ojos esperando el golpe, más este no llego gracias a que Volkov le detuvo agarrando el brazo donde tenía la porra —. ¿¡Qué coño haces!? ¡Anormal! —le grito cabreado.

Volkov soltó su brazo y coloco bien sus gafas —. Así no solucionará nada, súperintendente. Salga fuera y descanse. Yo me encargo de... De él.

Conway entrecerró sus ojos desconfiado, su plan iba como quería, demasiado bien podríamos llegar a decir —. De acuerdo, saldré fuera a tomarme otro café y fumar. ¡Si sigues, sin decir una puta mierda te comes el fusilamiento anormal! —y con eso salió dando un portazo. Conway espero unos segundos y camino hasta la habitación de alado, donde se podía ver el interrogatorio.

Volkov suspiro quitando sus gafas dejándolas sobre la mesa, apretó el puente de su nariz, Horacio le observó, mordió su labio nervioso. El super no le había comentado esa parte del plan. Volkov con pasos tranquilos fue hasta la cámara, y con destreza puso la cámara en bucle. Conway desde la habitación entrecerró sus ojos una vez más —. ¿Por qué? —pregunto resignado el ruso —. ¿¡Por qué eres tan tonto!? —grito realmente enfadado —. ¡Cuanto antes te digo que tengas cuidado en que no te pillen antes antes te veo por aquí! —su voz estaba cargada de tensión.

—Era inevitable —aseguro.

—¿Inevitable? —pregunto —. ¡Era evitable si tan solo no hicieras el gilipollas! —le grito dando un golpe en la mesa con la palma abierta, sin levantarla se inclinó a Horacio, este observó los ojos azules del ruso —. ¿Por qué eres así? ¡Me prometiste que...!

—¿¡Por qué te importa tanto esa promesa!? —le grito Horacio de manera herida.

—¡Por qué la hiciste tu! —le grito de vuelta dando otro golpe a la mesa alejándose de este —. ¡Pensaba que eras de palabra! ¡Pero veo que no!

Horacio llevó ambas manos a su rostro soltando un suspiro —. No te entiendo —aseguro mirando al techo quitando sus manos del rostro —. Nunca lo haré, ¿No era un traidor del CNP? ¿Un retrasado mental? ¿¡Por qué ahora me hechas en cara el por qué no cumplí una promesa!?

—¡Lo dije cabreado! —exclamo —. Además, a mi importa, por qué me lo prometiste, joder, me dijiste que estarías ahí siempre, ¡Y ya no estás!

—¡Por qué no me dejaste cumplirla! —se levantó Horacio del asiento ya arto de recriminaciones —. ¡Me hechaste a patadas de tu vida cuando entre en federal!

—И я жалею (Y me arrepiento) —murmuro, Horacio le miró confundido.

—¿Me has insultado? ¡Si lo haces que te entienda! —grito, Volkov le empujó un poco hasta sentarlo de nuevo.

— Nunca cambiarás Horacio —murmuro cansado cogiendo sus gafas —. Enserio, creía que eras diferente —con esas palabras tan duras puso sus gafas caminando de nuevo a la cámara.

—¡El bueno no es tan bueno, y el malo no es tan malo! —exclamo deteniendo el paso de Volkov, este se giró viendo el rostro de este, sus ojos estaban aguados. Se dio cueta del daño que le había hecho —. ¡Volkov yo no soy como crees! ¡Yo...!

La puerta fue abierta de manera brusca, Conway camino hasta Horacio y lo levantó a la fuerza, le estampó en la pared esposandolo —. ¡Gilipollas! ¡ANORMAL! A tomar por culo ya —gritaba esposandole.

—¿Qué? ¿Qué hace? —pregunto consternado, Conway ignoro al ruso —. ¡Súperintendente!

—Luego hablaremos, Volkov. Hasta entonces, callate de una puta vez, me llevo a este gilipollas —y con eso cogió al chico de manera ruda. Horacio sabía que casi la cagaba, y algo que también sabía era que la paliza que Conway le iba a dar le iba a doler más de lo que le dolía el corazón —. Eres subnormal, mariconetti, te vas a cagar.

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En este no hubo encuesta por qué también me gusta improvisar, solo haré decidir cuándo algo importante vaya a pasar.

Estuve desaparecida por qué estoy preparando un discurso para la boda de mi hermana. Estoy algo nerviosa.

Un beso.

—N.G.A

incógnitamente enamorado. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora