.двенадцатый.

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Un mexicano con mucho alcohol más una hora después, se lleva de resultado a un chico con cresta y poco aguante en la toxina del alcohol cantando con Emilio sobre una mesa —. ¡Sacame la verga Lupe que la traigo bien parada! —gritaron Emilio y Horacio, mientras Gustabo se carcajeaba sentado en el sofá observandolos.

Todo eran risas, Horacio había podido reprimir un poco el dolor y culpabilidad de su pecho, solo importaba él, alcohol y el mexicano —. ¡Emilio joto! —grito Gustabo cuando Emilio paso su brazo por la cintura de Horacio y Horacio por el hombro de este mientras bailaban y reían.

—¿¡Pero que manadas está diciendo, pinche estúpido!? —exclama ofendido, Horacio hecho la cabeza hacia atrás riéndose. Todo daba vueltas para él y su cuerpo era pesado, sin duda el alcohol para el era como pactar una promesa con el dolor que sentirá mañana.

—¡Emilio disfruta! —murmuro moviendo la cabeza aún teniendola hacia atrás —. Siente la música.

Gustabo se levantó y camino hacia el altavoz bajándole la voz hasta quitársela al completo —. ¿¡Qué haces pinche estúpido!?

—Emilio esto es una vergüenza, beber solos es de borrachos, Vámonos al Tequila —murmura caminando a la mesa, Horacio suelta el agarre de Emilio y se inclina poniendo las manos en los hombros de Gustabo, este le agarra de la cadera ayudándole a bajar —. ¿Quiéres quedarte?

—¿Quedarme? —pregunta riendo —. Que dices payaso —exclama alejándose de su hermano caminado a la puerta con Emilio y Gustabo tras de él.

Después de unos diez minutos caminando por las heladas calles de Los Santos, cantando a pleno pulmón y caminando dando tumbos, llegan a él abarrotado lugar, el tequila. Los tres entran continuando su pequeña fiesta. Bebieron, bebieron como nunca antes, unos para ahogar las penas otros para disfrutar.

Emilio y Gustabo bailaban mientras cantaban rancheras que era todo lo contrario que los altavoces del lugar estaban gritando, mientras que  Horacio bailaba con ellos con la cabeza hacia atrás y la copa en lo alto.

Una vez se cansaron Emilio con una sonrisa cómplice susurro —: ¿Quieren divertirse de verdad? —pregunta sacando disimuladamente una bolsa con un poco blanco.

Horacio negó con la cabeza —. Ño —hablo riéndose —. Soy una mariposa, por ente yo no tomo eso —se río de manera infantil.

—Yo si —le sonríe a Emilio, este le hizo una señal de ir al baño —. ¿Quieres venir? —pregunta —. No vamos a tardar, pero es para que no...

—Ir, ir, yo estaré pudiendo otra —dice alzando el baso medio vacío, sus amigos sintieron caminando al baño, Horacio fue a la barra y bebió todo de golpe seguido de dejarlo en esta.
Miró al local distraído hasta ver una cabellera plateada, se lo pensó más salió corriendo pues la alta cabellera plateada estaba saliendo por la puerta del local, después de unos gritos y una pequeña carrera donde tropezaba y chicaba con todo, alcanzó el chico en la helada calle, agarrado su codo haciendo para —. ¡Qué malo llevo llamándote a gritos y no me haces caso! —hace un ligero. El chico se gira dejando sorprendido a Horacio.

—¿Perdón? —pregunta confundido —. ¿Quién es usted?

Horacio soltó el agarre avergonzado —. Perdona, le confundí.

El chico poco convencido asiente y se marcha dejando a Horacio en la solitaria calle. Observo unos instantes la calle hasta que unas gotas agresivamente comenzaron a caer sobre la ciudad. Estaba diluviando más el chico solo reía y giraba sobre el mismo con las ambos extendidas soltando un gritito «Wiii». Estaba bien, por qué sus lágrimas al fin eran ocultadas por el diluvio, al fin nadie preguntaría que por qué lloraba, al fin nadie le cuestionaria, solo lloraba desahogando su alma en completa penumbra, y eso le alegraba.

Dejo de girar hechando su pelo, que por la lluvia su cresta había caído sobre su rostro, hacía atrás, trago duro y comenzó a correr.

¿Dónde? No lo sabía.

¿Por qué corría? Tampoco lo sabía.

¿Lo iba a seguir corriendo? Claro, quería saber dónde su alma y piernas le llevaban.

Entonces sus pies le llevaron a un lugar que alguna vez fue su hogar, entro en el portal y comenzó a subir las escaleras de manera tropezosa, casa paso que daba sus zapatos hacían un ruido de ventosa, sus pasos hacían que llenará todo se agua, su pelo goteaba, su rimen se había esparcido sobre su rostro, pero simplemente no le importó, no le importó nada hasta llegar a la puerta y comenzó a llamar como un loco.

Minutos después la puerta fue abierta de golpe dejando ver a un Volkov algo despeinado y en chándal, su rostro enfurecido cambio a uno de sorpresa —. ¡Volkov! —grito riéndose el de la cresta.

—¿Qué...? —murmuro jadeando apretando la puerta con fuerza. Observaba a Horacio completamente empapado con resto de rimen en su rostro, más sus ojos se veía como brillaban y su rostro estaba algo rojo, había venido y eso Volkov lo sabía. 

🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱

Os dejare con la curiosidad.

Xklskxowjzqk.

one beso.

—N.G.A

incógnitamente enamorado. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora