.шестой.

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Ambos subinspectores se encontraban en la cafetería de la comisaría hablando apaciguadamente, aunque no estuvieran tomando nada, disfrutaban de la compañía del otro en sus minutos de descanso que ellos mismos se habían agenciado, el intendente ese día se había tomado el día tranquilo en su despacho, algo raro por su parte, más nadie puso resistencia, cuando el no estaba la paz reinaba.

—¡Pues lo que te estoy contando! ¡Me viene y me dice...! —Fred es interrumpido por una bandeja con pasta, está se desliza enfrente suya, ambos levantan la mirada observando al barbudo, este como siempre les sonríe cálidamente.

—Hola subinspectores, ¿En el descansillo? —pregunta cogiendo el tenedor de plástico, quitándole su envoltorio.

Dan observa a Fred y luego al barbudo —. Oh... Hola comisario —balbucea extrañado. Horacio estaba acostumbrado a que esas confianzas las tomase Greco con Horacio, no con Dan, ellos sólo habían intercambiada palabras literalmente tres veces.

—¿Qué tal? —le sonríe aún más.

—¿Quiéres algo? —pregunta algo brusco el otro subinspector con los brazos cruzados.

—¿Tengo que querer algo? —inquiere con una ceja alzada pinchando el tenedor en los macarrones recalentados de hace unos días.

La cafetería solo era una habitación medianamente grande con un par de mesas, una máquina de café, un microondas y un par de máquinas expendedoras de comida y bebida.

Fred observa al superior con detenimiento como si pudiera saber que quisiera con tan solo mirarle —. No se, eso te pregunté —se encoje de hombros.

—De hecho, si, venía ha hablar con usted —dice simple señalando al nombrado con su tenedor, este pone sus brazos en la mesa y se apoya un poco en ellos —. Hace unas horas vi al comisarío Volkov...

—¿Y que me importa eso? —pregunta a la defensiva, una parte de él se encontraba nervioso al pronunciar al comisario.

—Pensaba que le importaba —murmura simple —. Teniendo en cuenta que estaba observado el interior de su taquilla como si fuera la suya.

El subinspector se levanta con nerviosismo de la mesa dando un golpe en ella —. ¿¡Qué!? ¿¡Y se lo permitiste!? —exclama.

—Yo no iba a decirle nada —objeta simple —. El comisario a veces puede llegar a ser difícil de tratar y más está última temporada. Además no creo que le halla cogido nada, creo que era más para mentalizarse que él ya no está aquí que para observar sus pertenencias.

—¿Para mentalizarse qué? ¿Quién no está aquí? —pregunta aún más confundido.

El subinspector Fred se levanta —. Si falta una sola cosa, hablaré con el súperintendente. Pues eso es una violación de la privacidad, podría contarle también sobre que usted lo vio y no hizo absolutamente nada —el comisario mastica su comida mientras le observa —. Si nos disculpas, comisario tenemos que... —Fred enmudeció al ver como su compañero salía corriendo hacia quién sabe dónde —. ¡Dan! —grito más su compañero de vida ya había salido del campo de visión de ambos.

El chico corría por los pasillos de la comisaría, observaba atentamente a cada policía en busca de un comisario, más no lo encontraba.

—¿¡Qué coño haces!? —grita alguien al chocar con el subinspector. El chico con una mirada asustada observa al intendente —. ¡Mira por donde coño vas!

—¿Vio al comisario? —exclama nervioso.

Conway se cruzó de brazos observándo al chico —. ¿Qué más da? ¿Para qué le buscas? —inquiere con tono algo venenoso.

—¿Me podría decir?

—A terminado su servicio super nena, mañana verás a tu noviecita y le harás una pa... —el intendente es silenciado por el chico que se ha ido corriendo ignorándole por completo —. ¡Gilipollas cuando te vea te voy a matar! —grita observando la espalda del chico que salía corriendo hacia los vestuarios.

Dan entro a los vestuarios dando un empujón a la puerta haciendo que chocará con la pared haciendo un estruendo algo fuere, Mussa, que se encontraba allí, dio un brinco algo asustado ante el ruido ensordecedor —. ¿Ah? ¿Esta bien amigo?

El inspector pasa del hombre y abre su taquilla con la llave, una vez abierta se acuclilla y comienza a rebuscar entre la basura y sus zapatos de civil.

El sobre azul no se encuentra allí.

Asustado y ansioso comienza a buscar con desesperación, aún sabiendas que el sobre ya no está en ese casillero.

Mussa entiende que es mejor irse, por la respiración agitada del inspector y por sus puños apretados, este sale de los vestuarios cerrando la puerta tras de si.

—No está —murmura consternado dejandose caer, sentándose en el suelo, sonríe nervioso observando el interior de la sucia taquilla —. Seguro que me la llevé a casa. Seguro que él no sabe nada. Tranquilo... Tranquilo... —susurra —. ¡Tra...!

—¡Tranquila super nena! —exclama alguien posando sus manos en los hombros de este, Dan alza la mirada hasta el superior —. ¡Pareces un puto enfermo haciendo eso! Vete de una puta vez a casa y descansa, mañana sea lo que sea que a pasado lo arreglas y ya está.

Dan puso una mano sobre la del superior que se encontraba en su hombro —. Gracias papá, estoy algo cansado.

El hombre quita las ambos de Dan y enciende un cigarrillo con un rostro de pocos amigos —. Si me vuelves a llamar así te dejo sin la única neurona que te queda —amenaza —. Además gracias no, mañana harás las horas que hoy no harás —antes de protestar el hombre de va de los vestuarios. Dan, que observaba de reojo suspira resignado levantándose del suelo con sus pies tembloroso.

«¡Me lo prometiste!»

Traga duro quitándose los guantes.

«¡Y ya no estás!»

—No entiendo nada —se sincero a la nada.

«...creo que era más para mentalizarse que él ya no está aquí que para observar sus pertenencias.»

—¿Me extrañas, comisario? —susurro.

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Horacio al aparato, ¿Quiére pasar un buen rato?

Ok, no.

Jskxksbxiqis.

En el siguiente capítulo os toca decidir, botad en Twitter.

¿Volkov abrirá el sobre?

TAN TAN TAN.

Nos vemos en Twitter.

Un beso.

—N.G.A


incógnitamente enamorado. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora