No, desde luego no iba a llamarlo, ¡Se negaba! Con lentitud apartó el dedo que estaba en los alrededores del contacto de Horacio y lo guardo en su desgastado chándal que usaba para dormir.
Una parte de él, no quería llamarlo, sería hacerle más daño del que el mismo ya le había ocasionado.
Pero ansiaba llamarle, necesitaba respuestas, necesitaba verle, necesitaba simplemente... Disculparse, no se, ¡Algo!
El ruso era muy serio, frío y algo egocéntrico, siempre le gusta hacer lo correcto, así que yo pregunto:
¿Es lo correcto llamarle?
No. No lo era.
Pero... ¿Quiére hacerlo?
Si, obviamente quería.
Desde antes de saber las cartas aún seguía buscando a Horacio en busca de explicaciones del por qué hizo o dejo de hacer las cosas que le llevaron a este inexplicable distanciamiento.
Pero sabía que ya había sido lo suficientemente egoísta como para llamarle y hacerle mucho más daño del que ya le había hecho.
¿Se había alejado de el ruso por el daño que le hizo?
Solo con leer la pregunta ya ofende, pues la respuesta es obvia.
El ruso no se había dado cuenta del daño que le hizo, no se dio cuenta de sus palabras, ¡No estaba acostumbrado! Ni siquiera recordaba haberle dicho esas palabras o al menos acordarse de lo mucho que le afectaron.
Sabía perfectamente que le apuñaló el corazón de manera agresiva sin siquiera saberlo y eso en parte era egoísta, egoísta al querer llamarlo.
Con pasos lentos camino hasta su habitación, como siempre el lugar era solitario, frío y silencioso. A él le encantaba el silencio y la soledad más desde que conocía al de la cresta le parecía menos horrendo compartir su soledad con alguien más.
Se tumbo en su cama apoyándo la mejilla en su antebrazo observando su gran ventanal, la persiana estaba completamente bajada y de las rendijas se filtraban las luces de la acalorada ciudad.
—No llores —susurro alguien, miró de reojo a su compañero, hacia tanto que no le veía. Le extrañaba tanto.
—No estoy...—sintio en su antebrazo algo líquido, llevó su mano libre a su mejilla sintiendola empapada —. ¿... llorando...?
—No seas tonto —le sonrió acariciando su pelo mirando el mismo lugar donde el ruso lo hacía —. Merece la pena, el que no merece la pena eres tú, imbécil —le dijo juguetón.
El ruso entre pequeñas lágrimas sonrió disfrutando del tacto —. Lo se.
—Llamale —hablo con voz calmada —. O si prefieres quédate tirado en una cama llorando en sueños.
—Pero me duele mucho aquí —se giró quedando boca arriba señalando su pecho —. ¡Me duele Ivanov y no se por que!
El chico sonrió levantándose de la cama —.Llamale —susurro haciendo eco, sintió que su cama se volvía cada vez más dura, pestañeo un poco más observando que ahora estaba en un pasto, los pajarillos cantaban y el pequeño viento acariciaban los árboles dejando una sinfonía muy pacífica.
—¿¡Ivanov dónde vas!? —exclamo Volkov haciendo el amago de levantarse, el chico camino marcha atrás observándole, tras el torrente, gonetti... Todos ellos le sonreían esperando a su amigo.
—¡Me voy lejos de ti! ¡No te aguantó! —bromeo.
—¡Pero te necesito! —hizo un puchero —. Eres como mi hermano —el chico le ignoro dándose la vuelta y caminando hasta sus compañeros —. ¡Ivan...! —enmudecio al ver como una mano con múltiples de pulseras y uñas pintadas de cada color se extendió en su dirección, el ruso alzó su mirada con su rostro empañado, vio la sonrisa del chico.
—¡Volkov! ¡Vamos! —le sonrió con cariño. El ruso observó los ojos del chico de la cresta y luego miró hacia atrás observando a Ivanov, este hacía gestos de afirmación, Ivanov estaba lanzandolo a los brazos de aquel chico que solo había intercambiado dos palabras contadas. Él chico volvió la mirada al de la cresta y agarro su mano levantándose con su ayuda —. ¿Quieres que vayamos a por un helado?
—Me encantaría —todo se volvió negro y Horacio soltó su mano, Volkov sintió que caía en un vacío —. ¿¡Horacio que pasa!?
—¿Pero cómo vas a venir por un helado si ni siquiera haces el intento de buscarme? —hablo de manera lejana, el fondo negro se comenzó a llenar de recuerdos donde el chico de la cresta parecía sin parar.
«Vokov, Volkov...» Se escuchaba canturrear de fondo con la voz de Horacio.
—¡Horacio! —grito haciendo el amago de alcanzar al chico, pero aunque parecía cerca cada vez que lo intentaba estaba más y más lejano —. ¡No me abandones! ¡Tu no!
Abrió sus ojos de golpe sentándose en la cama jadeando.
Cuando estás consciente es muy fácil ocultar tus sentimientos, es muy fácil ocultar tu dolor, más cuando duermes tu alma está libre y puede dejar que su dolor salga. Cuando alguien está triste escuchas como su alma llora mientras no es consciente de ello.
Entre pequeños sollozos saco su teléfono del bolsillo y busco el contacto de Horacio.
La primera llamada no fue contestada.
La segunda tampoco.
Y muchísimo menos la tercera fue contestada.
¿Por qué no le cogía el teléfono? Se preguntó con tristeza ¿Ya le había decidido olvidar?
Llevo su mano a sus ojos limpiando sus lágrimas como un niño después de una gran llorera.
Su alma gritaba un nombre.
Sus labios lo susurraban de manera casi inaudible.
🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱🎱
888 palabras JAJAJAJAJAJAJ.
Seh, he dejado el capítulo ahí solo para tener 888 kqkxkwoxnwodkws.
Madurez 0.
Un beso.
—N.G.A
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incógnitamente enamorado. VOLKACIO.
FanfictionHabía conseguido llegar a su helado corazón, había visto su sonrisa más sincera y sus abrazos llenos de cariño me habían abrazado con fuerza. Tenía a la persona que más feliz me había junto conmigo, pero lo perdí, lo perdí por la sed de venganza, lo...