12

20 2 0
                                    

Antes de abandonar la casa fueron a por un regalo de despedida por la hospitalidad de la tribu. Mientras que Carmen estaba fuera buscando el regalo para la tribu, dejó a Diego castigado cara una pared lisa sin posibilidad de hablar con Tommy y a Sementrio atado a un poste, que por más que lo intentó no pudo romper para escapar. Todos se extrañaron y cotillearon sobre el perro parasitado que la noche anterior no estaba, pero ninguno se quejó o pidió explicaciones. No lo hicieron en aquel momento, y menos cuando retomaron el camino y vieron a Diego con una cuerda atada alrededor del cuello. Además de a un perro parasitado que no podía andar muy bien, también con una cuerda atada alrededor del cuello. Ambos intentaron quitársela pero no pudieron, Carmen había aprendido en la escuela militar a hacer nudos y eso fue algo que le sirvió para muy poco en su vida hasta el momento. Además, se encargó de que no quedase suelta. A Diego le picaba mucho la cuerda y se andaba quejando, Carmen lo dejó así como parte de su castigo.

-Tengo que ir al baño- dijo Sementrio poco después de haber abandonado la casa.

-Pues mea mientras andas, es algo que los perros pueden hacer, ¿no?

-No sé si los perros lo pueden hacer pero yo no puedo.

-Pues haber ido cuando dije que os arreglaseis antes de salir. Ahora no vamos a parar hasta dentro de tres horas, a la hora de comer.

-Puedes soltarme y yo voy, luego, te lo prometo, te lo juro por mi madre, volveré.

-Te crees que soy tan estúpida, no vas a volver, tú quieres marcharte espía.

-Pero es verdad.

-A callar- Carmen hizo un movimiento con la correa de Sementrio para que esta lo golpear en el lomo. Diego se puso a reír por eso-. No es de buen amigo reírse de las desgracias ajenas.

Diego se calló y le pidió perdón pero Sementrio aún no comprendía las señas de Diego. Él había intentado aprender a comunicarse con ellos aprendiendo las señas que realizaban, pero le resultó imposible ya que no sabía a qué hacía referencia cada seña.

Después de tres días de caminata, siguiendo la misma rutina que los días anteriores, encontraron otra casa. Está en realidad no podía llamarse casa como tal ya que era una pequeña caseta en un huerto, la cual tenía un váter y una pica dentro y una barbacoa pegada en una pared exterior. Dentro de la casa no cabían todos, ni si quiera si los que hacían guardia salían afuera por lo que Carmen decidió continuar un poco más a ver si encontraba otra y (andando unos cinco minutos) encontraron otra caseta. Esta tenía además una piscina de plástico, que sorprendentemente estaba bien. Entre ambas casetas sí que podían quedarse a dormir dentro sin problemas.

Muchos sabían que la caseta donde estuviese la familia de Carmen estaría los más aptos para el combate. Por lo que muchos empezaron a mirar mal aquella decisión de Carmen y pidieron dormir todos juntos, aunque no pudiesen dormir dentro de la casa. Ellos propusieron montar tiendas de campaña. Carmen se había negado a quedarse en la primera caseta buscando una no muy lejos para que los que no pudiesen dormir dentro de la primera tuviesen la protección de una casa, y ellos ahora se negaban y preferían dormir en una tienda de campaña. Emilia, viendo que su hija se estaba enfadando ya que la gente le recriminaba su trato preferente y que ella no tenía mi una pizca de paciencia con esa gente, decidió meterse en medio para traer un poco de tranquilidad.

-A pesar de que todos sabemos que mi hija tiene la gran preferencia a proteger a su familia y que también intenta protegeros a vosotros, ya que ha buscado una caseta en la que os pudieseis resguardar no muy lejos de la primera, tenéis vuestras legitimas dudas. Así que para evitar que cunda el pánico, ¿qué os parece si yo voy a una caseta y mi hijo a otra? Así ambas casetas tendrán un familiar de Carmen y ambas estarán igual de protegidas.

Dentro de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora