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Cuando terminó el combate, Erika dio un pequeño discurso de bienvenida. Erika se encargó de decir todos los nombres y apellidos de los nuevos guerreros. Entre los nombres que dijo se encontraba el de Diego. Carmen se sorprendió y se quedó completamente quieta. Miró hacia las gradas, luego hacia el palco esperando que su hermano no hubiese visto aquel macabro espectáculo. No podía ver bien si había alguien más en él. Estaba a punto de desmoronarse. Erika al ver que la estaba mirando, llamó a su subordinado para que trajese a Diego. Ella le señaló un pájaro negro volando por el cielo. Ella pensó que Diego tan solo se acercaría y se sorprendería (como cualquier otra persona en aquel tiempo), al ver un pájaro volando. Y así fue, lo que no esperaba es que Diego saliese corriendo en busca de algo para darle de comer al pájaro. No tardó mucho en volver con una galleta que le habían dado. La deshizo y la colocó en su mano. Luego sacó la mano, y parte del torso, del palco y esperó a que el pájaro bajase. Erika creyó que iba a caerse por cómo estaba levantando su mano al cielo, por lo que lo agarró para que no se cayese.

-Está demasiado lejos como para que pueda verlo.

El pájaro negro bajó y se posó en la mano de Diego para comerse la galleta.

-¡Vaya vista que tiene ese pájaro de la niebla!

Carmen se volvió blanca al ver a su hermano allí, junto a aquel monstruo. Como Erika tenía a Diego, pudo obligar a Carmen a hacer lo que ella quisiese, ya no necesitaba atarla. Diego ni si quiera se dio cuenta de que su hermana estaba debajo, después de que el pájaro se posase en su mano, se adentró acariciándole las plumas.

La gente no se fió del pájaro de la niebla y se mantuvieron alerta por si hacía algo peligroso. Pero el pájaro tan solo se quedaba cerca de Diego y se comía lo que le daba. Para el anochecer, el pájaro se marchó y no lo volvieron a ver en mucho tiempo.

Por la noche, se realizó otra fiesta de bienvenida. Durante esta, Carmen pudo ver como maltrataban a los esclavos de diversas formas y la sangre le hirvió al pensar que a su madre le habían hecho algo similar o peor. No le fue muy difícil averiguar que su madre estaba muerta. No era como si se lo hubiesen intentado ocultar. Ella quiso reventarles a todos la cabeza pero Erika tenía sentado a su lado a Diego. Cada vez que veía que Carmen estaba a punto de estrellarle la cabeza contra una pared a uno de sus guerreros, le acariciaba la cabeza a Diego. Cuando Carmen veía aquello, tomaba respiraciones profundas para calmarse, no iba a permitir que su hermano sufriese otra vez por su culpa.

Erika normalmente se ponía en la sala principal para ver tener a todos sus guerreros controlados, por si decidían que eran más importantes de alguien de color. Sin embargo, aquella noche debía de mantenerse apartada para controlar que Diego no viese cosas indecentes. Erika, Diego y Sementrio estaban en una zona apartada, desde donde Diego no podría ver las barbaridades que muchos guerreros les hacían a los esclavos. Jorge ya se veía mañana teniendo que ir a enterrar a un par como mínimo.

Diego no se enteraba de nada de lo que estaba pasando a pesar de escuchar sonidos extraños y oler cosas que nunca había olido, aunque le recordaban vagamente a la habitación de su hermana. Él no le hizo mucho caso a los ruidos extraños, estaba más interesado en algunas de las anécdotas de Erika. Se trataban de algunas cosas que había visto mientras acechaba a sus víctimas. Él estaba muy entretenido y despreocupado mientras que Sementrio, quien también estaba ignorando aquellos sonidos y olores extraños (porque no sabía de qué podía tratarse teniendo en cuenta que no había babosas gigantes con cara de mujer en aquel lugar), estaba más asustado de Erika. Él estaba allí en calidad de traductor y sabía que en el momento en que ella aprendiese el lenguaje de señas, ya no lo necesitaría. También estaba allí preocupado porque a Diego se le notase demasiado que podía hablar con un ente invisible y omnisciente. Temía que lo usase para controlar a Tommy pero este, al parecer, se había dado cuenta también y había decidido no hablarle a Diego para no delatarse.

Dentro de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora