Sementrio consiguió salir del hoyo con Diego a cuestas. Le costó bastante y no porque Diego pesase o fuese algo que lo desestabilizase, sino porque temía que cualquier movimiento brusco hiciese que las raíces se rompiesen. Por suerte, las ramas aguantaron sin problemas. Al salir del hoyo, y sin perder más tiempo, se puso a andar hacia el lugar donde se separaron, esperando encontrarlos en el mejor de los casos o seguir el rastro que hubiesen dejado. Su madre le dio los conocimientos necesarios para poder rastrear a los seres que habitaban aquel pantano, por eso estaba tan tranquilo y por eso se desesperó tanto al llegar allí y no encontrarse con nada, ni si quiera había huellas en el barro de ningún animal.
Buscó por todas partes, alejándose cada vez más del punto en el que se separó del resto. Después de un rato, encontró un rastro que él pensaba que eran huellas de pies humanos. Desesperado, las siguió esperando encontrar al menos a un humano. Con el tiempo, aquellas huellas sí que fueron claramente de pies humanos. Quería pensar que por alguna razón Carmen se había quitado los zapatos y sus pies se había vuelto pequeños. Al final del camino de huellas, se encontró con una persona de espaldas, sentada en el barro, su pelo largo y sucio cubría su espalda por lo que no sabían si era humano o un habitante de la niebla. En realidad se trataba de una adolescente. Ella estaba completamente desnuda y por ello su piel también estaba llena de suciedad y algunos rasguños. Ella se dio cuenta de que alguien se había a cercado desde atrás, se giró y ahí es cuando Sementrio vio algo que lo aterró. Sin darse cuenta, soltó por el miedo a Diego, quien cayó y se hizo daño al caer. Él se quedó mirando aquella cuenca oscura en la cara de la adolescente. A la chica le faltaba el ojo derecho. Era extraño ver un agujero negro mirándolo y por alguna razón le resultaba extremadamente perturbador.
La chica miró a Sementrio detenidamente. No le vio nada que le dijese que era alguien que podía hacerle daño. Luego pasó a Diego, quien estaba con cara de dolor. Al ver la cara de dolor de Diego, no pudo evitar dejar lo que estaba comiéndose (el pelo de un ciervo muerto, las plumas de un pájaro, los ojos del ciervo, hojas...). Al ver los cadáveres despellejados, Sementrio se aterró e intentó sacar el cuchillo para defenderse y defenderlo. Fue inmediatamente a ver cómo podía ayudarlo. Ella se fue gateando de una forma muy extraña, usando los pies en vez de las rodillas, hasta Diego pasando por el dado de Sementrio. Él solo pudo reaccionar andando hacia atrás. Estaba aterrado, no sabía cómo atacarla, no sabía cómo defender a Diego. Además, al ver lo que estaba haciendo la chica, se paralizó.
-¡¿Pero qué ha pasado?! Pobrecito... Debe de doler mucho. ¡¿Cómo se ha destrozado el brazo?!- dijo ella después de examinar el brazo con cuidado. Diego se dejó hacer. Estaba muy cansado y adolorido. Y, también, no la vio peligrosa- Da igual, ahora no importa- el brazo tenía unos cuantos escarabajos rojos caminando por la piel. Iban intentando no acercarse a las articulaciones, pero haciéndolo a su vez con cuidado ya que querían ayudarlo. A la chica fue con cuidado, intentando no hacerle daño ni tocar a aquellos escarabajos. Después de un rato, lo dejo-. Pero... Pero si se le han roto los tendones. Voy a ver qué hago para salvárselo.
Ni si quiera le dio tiempo a Sementrio a intentar reaccionar y apartarla cuando ella ya había dicho aquellas palabras, que lo dejaron destrozado.
"Es mi culpa, lo he jodido todo. Si no hubiese obedecido los deseos de mi moribunda madre, nada de aquello hubiese pasado. Lo he vuelto a dejar completamente incomunicado. Además, lo he dejado indefenso. Nos he dejado indefensos.", pensó Sementrio.
Se metió la mano derecha en la boca, la mano izquierda se la puso en la barriga apretándola y empezó a meter lentamente la mano por la garganta. A Sementrio le produjo tanto asco que vomitó. Él no sabía que podía vomitar, creía que no tenía esa capacidad. Ella parecía no alcanzar lo que buscaba en su estómago y algo se lo empujó. Sementrio pudo ver una mano grande, aparentemente humana, marcada en el estómago de la chica. Había algo en su interior y no había forma de que algún tipo de ser lo suficientemente grande como para tener aquella mano, viviese en ese cuerpo tan delgado. Ella sacó su mano junto con una bolsa de princesas rosa recubierta de babas, la abrió y empezó a buscar algo. Se podía es cuchar el sonido de cristal chocar.
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Dentro de la niebla
ParanormalUn día común y corriente pasa a ser el comienzo de un nuevo mundo lleno de niebla y seres monstruosos que viven dentro de ella.