Al entrar en aquel pantano, Diego comenzó a escuchar un ruido de fondo que no conseguía captar del todo. No sabía lo que era y era tan débil que, si le prestaba atención a otra cosa, no lo podía escuchar. Mientras más se adentraban en el pantano, más fuerte escuchaba Diego aquel ruido. Pero seguía sin poder distinguir lo que era o le decía. Después de tres días en el pantano, Diego empezó a tener sueños extraños donde estaba en una clase, junto con sus compañeros de clase y su profesor de biología de la escuela. Su mejor amigo Tommy estaba sentado a su lado pero no tenía rostro y Sementrio también estaba allí, pero en otra clase, lo podía ver por la ventana. Parecía estar estudiando duramente y parecía no poder entender lo que le decía su profesor, un ser como él. Cuando Diego pasaba demasiado tiempo mirando a otras partes que no fuese la pizarra, su profesor lo regañaba.
A Diego le pareció todo muy extraño, estaban dando la anatomía de los animales de la niebla y de los que quedaban del antiguo mundo y sobre lo que había en su interior que fuese útil para curar enfermedades. También daban clase sobre las plantas del antiguo mundo y del nuevo con la misma dinámica que la anterior, como mezclarlo con elementos comunes del antiguo mundo para crear ungüentos y tónicos. Cuando Diego consiguió pillarle el interés a aquellas clases, no paraba de apuntar cosas en su libreta que luego aparecían en su libreta del mundo real: escribía en sueños. Ambos adultos se dieron cuenta de ello y creyeron que era cosa de Tommy, no le dieron demasiada importancia. Sin embargo, Tommy sí que se preocupó, él no estaba haciendo aquello, no sabía que estaba pasando. Al preguntárselo a las únicas dos personas que podían escucharlo, una le contó todo lo que había pasado en sus sueños, la otra lo ignoró, como si no pudiese escucharlo. Sementrio había perdido la confianza de Tommy, sabía que algo ocultaba o que algo le estaba haciendo a Diego.
Los días fueron pasando, Diego tomaba muchas notas, tantas que se quedó sin libreta a pesar de haber hecho la letra pequeñísima, tanto que parecían manchurrones de tinta. Parecía una libreta inservible que, a primera vista, muchos desecharían pero que si llegaba a manos de alguien más entendido, aquella libreta valía millones como poco.
Un día en el que la niebla repentinamente se volvió más espesa, Sementrio aprovechó para escaparse cortando la cuerda con sus propias manos y llevarse a Diego a la fuerza. Sementrio no ejerció demasiada fuerza, no quería hacerle daño, pero Diego se resistió al escuchar los gritos de su hermana diciéndole a Sementrio que parase, suplicándole que le devolviese a su hermano. Al final, consiguió soltarse y parar.
-Diego, necesito tu ayuda, por favor acompáñame. Ellos estarán bien, he dejado tu mochila con ellos, tienen tu libreta podrán apañárselas hasta que vuelvas. Por favor, acompáñame, ayúdame- le dijo Sementrio con la voz entrecortada, si fuese humano estaría a punto de llorar. Diego no pudo decirle que no, supuso que por eso había estado tanto tiempo siguiéndolos y por ello fue a ayudarlo-. Gracias.
"Aún no he hecho nada."
-Has aceptado mi petición a pesar de ser un habitante de la niebla bastante sospechoso.
"Me he hecho amigo de una flor que quería comerme, no es como si tu hubiese hecho algo malo para que no confíe en ti. Tendrás tus razones para no decirme lo que pasa."
Tommy se sorprendió al escuchar que sabía perfectamente que Migh había tenido la intención de comérselo mientras charlaban y se preguntó por qué no había dicho nada, por qué se había quedado callado, cuántas cosas que habían pasado que no había notado, visto o escuchado y ellos pensaban que no se había dado cuenta de nada.
-¡¿Cuándo pasó aquello?!- dijo sorprendido Sementrio.
"Cuando fuimos a la casa de aquella tribu que le tenía miedo a los dioses de La llamada de Cthulhu. La del campo de naranjos."
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Dentro de la niebla
ParanormalUn día común y corriente pasa a ser el comienzo de un nuevo mundo lleno de niebla y seres monstruosos que viven dentro de ella.