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Una extraña niebla se empezó a formar en la superficie del agua de mar el primer sábado de octubre a las doce de la noche. Esto ocurrió en todas partes del mundo a la vez. Esta fue aumentando y esparciéndose por la superficie del mar. Para la siguiente noche, la niebla llegó a las costas. Algunas personas que paseaban por la playa o se encontraban mirando hacia el mar tuvieron la oportunidad de ver como aquella niebla comenzaba a cubrir la arena. Dependiendo de la zona en la que aquellas personas estuviesen lo vieron como algo común o como algo insólito. Algunos de los que se sorprendieron lo grabaron. Bastantes lo subieron a sus redes sociales para compartir con el mundo aquel extraño fenómeno. Los comentarios no se hicieron esperar, preguntas de todo tipo y afirmaciones desde el desconocimiento.

La difusión de los videos se extendió rápidamente llegando hasta las manos de científicos expertos en el clima, los cuales revisaron las condiciones meteorológicas por si algo extraño había pasado por la noche. Para las siete de la mañana los medios ya estaban difundiendo las imágenes. Más tarde, los presentadores de las noticias en directo preguntaron a los expertos en el clima: ¿qué es lo que podía estar pasando para que en ciertas zonas donde no debería de haber niebla y que cada vez hubiese más? Los que enviaron a algún reportero pudieron grabar en directo como la niebla se expandía y se iba haciendo cada vez más espesa lentamente pero imparable. Como nadie supo cómo se produjo la niebla, ni cuánto tiempo iba a durar, varios gobiernos dieron instaurar la alerta máxima en las zonas costeras. No tardaron ni media mañana en desalojar a los ciudadanos de la costa antes de que la niebla fuese tan densa que no pudiesen ver nada más que el blanco y fuese peligroso salir de sus casas.

-MAMÁ- gritó Diego horrorizado desde su habitación después de haber leído hilos de las personas a las que seguía sobre lo que estaba pasando según ellos.

Él era un crio de tan solo trece años acabados de cumplir que apenas sabía un poco sobre el mundo. Además, la gente solía describirlo como un chico demasiado inocente y crédulo. Generalmente se creía cualquier teoría absurda sobre conspiraciones que se inventaban.

Diego corrió por el pasillo en busca de su madre y se detuvo en la cocina, donde se encontraba su madre cocinando mientras escuchaba una de las tertulias matutinas. Antes de que él pudiese decir nada, la asistenta se supo a discutir con la madre al ver lo sucia que estaba dejando la cocina. En pocos segundos la discusión escaló hasta los gritos y alaridos por parte de la asistenta frente a la impasividad su jefa: Emilia. Ella en ningún momento se enfadó por los gritos o dejo de cocinar pero todos tienen un límite.

-¡Antonia ya está bien de tanto jaleo! Así no puedo cocinar, tienes hasta el miércoles libre. Anda y ve a tu puta casa- dijo Emilia en un tono bajo, agradable y dulce cuando se cansó de los gritos. No parecía estar realmente enfadada, en realidad, solo estaba molesta porque no la dejaba cocinar tranquilamente-. No te preocupes por eso, yo lo limpiare todo cuando termine de cocinar. Para el miércoles lo tienes todo limpio- dijo intentando tranquilizarla un poco para que fuese más cooperativa. Luego colocó sus manos sobre la asistenta y la empujó hacia la salida.

A pesar de ser ambas de la misma altura (ambas baja, y con una constitución parecida), Emilia fue capaz de arrastrarla sin problemas hasta la salida, colocarle el abrigo, el bolso, darle dinero extra por las molestias y sacarla fuera de su casa.

-¡MAMÁ!- Diego esa vez gritó por miedo. Él no sabía que estaba pasándole a la olla, la cual estaba escupiendo mucho humo y algo de espuma.

Emilia corrió alarmada por el grito de su hijo menor y, al ver que tan solo era el agua que había puesto a calentar con algunas verduras, se tranquilizó. Pensaba que lo que había dejado en la sartén se estaba quemando (que en realidad sí que se había quemado). Después de reducir el fuego, poner más verduras en la olla y poner la sartén con lo que hubiese dentro a remojo decidió que le faltaban ingredientes, a pesar de tener tanta comida por todos lados. Emilia decidió salir a comprar por lo que se fue a la entrada, se colocó la chaqueta, cogió su bolso e intentó marcharse pero su hijo le bloqueaba la puerta.

Dentro de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora