JACK CLINTON

11 3 0
                                    

Narra Sarah Williams:

Los árboles me sirven como escondite. Siento que he corrido más de dos horas, y que cada vez me alejo más del punto donde capturaron a mis compañeros. Sujeto la Urna con todas mis fuerzas bajo el brazo, cuidando de que por nada del mundo se me cayera y se rompiera. 

Recapitulando, acabé de abandonar a mis amigos porque nos habían encontrado. Me escapé con la Urna, porque no podía dejar que la tocaran, de eso estaba seguro. Pero lo que me hizo escapar es que se me vino a la mente una imagen de cuando era niña: estaba viendo la televisión con mis padres, hasta que apareció una noticia repentina. Un devastador incendio había azotado la montaña en la que se ubicaba a pocos kilómetros el pueblo de Shadowville y le había costado la muerte a los padres de Philip. Se reportó también que antes del incendio, unas cuantas personas cercanas a la familia Clinton y otras más habían muerto en manos de un asesino desconocido, pero que el hermano mayor de Philip dijo que lo había conocido cara a cara y dijo que era un ser de cara pálida, ojeras negras enormes, cabello largo trenzado, sonrisa desdentada, una chaqueta negra cubriendo su torso y sus brazos y unos pantalones de rayas negras y rojas. El testimonio fue descartado, y concluyeron que Jack era esquizofrénico. Por ser menor de edad no lo metieron en un hospital mental, sino en un psiquiátrico para niños en Ellensburg. 

Como era pequeña, no le brindé mucha importancia al asunto. Hasta que veintitrés años más tarde fui atacada por Flos Sanguis y empecé a tener esas visiones sobre las que hablé con los elegidos antes de ser encontrados. El mismo monstruo, los Sanguis unificados en uno solo y absorbiendo el alma de Philip, la batalla entre ellos y todos esos detalles se me vinieron a la mente y me hicieron deducir que en Shadowville se realice el último entre los Sanguis, El Demonio y nosotros los Elegidos. Por eso traté de escapar hacia allá, al encontrar un vehículo partiría a toda velocidad a la misma montaña cercana a Shadowville, con un par de armas que traigo en una bolsa de cuero colgada a mi espalda atacaría a los Sanguis para darles un poco de tiempo a los chicos hasta que localicen mi teléfono cuando escaparan de prisión ( porque estaba segura de que lo lograrían, no sé por qué ). Y si debía morir sola, pues que así sea.

Que asco, ya me estaba haciendo la heroína otra vez como Philip. 

En fin, me senté en un tronco caído para descansar. Había corrido casi tres kilómetros, pero el descanso me duró muy poco. Pude sentir una presencia moviéndose entre los árboles, al acecho como un depredador; puse la Urna en el suelo, saqué una daga dorada de la bolsa y una granada especial como la que usé contra Flos Sanguis cuando nos escapamos de la fiscalía. 

Escuché unas ramas secas crujiendo a pocos pasos. Si eran los Sanguis, se apoderarían de la Urna y liberarían a su amiga encerrada. Era mi deber protegerla con mi vida, si era necesario.

S: A ver monstruos réprobos y sanguinarios. ¡¡Vengan si son tan valientes!! 

Giro la cabeza y me pongo cara a cara con una sombra pocos centímetros más alta que yo. Trato de apuñalarlo pero con la mano derecha me tapó la boca y con la izquierda me sujeta la muñeca de la mano que traía el arma blanca. Decido salir corriendo, pero el hombre frente a mí no transmite para nada desconfianza. Es más, al ver su mirada se me hace familiar a alguien que vi hace mucho tiempo. Me suelta la boca y se lleva un dedo a los labios pidiendo silencio. Tiene ojos oscuros, cabello liso corto y una barba y bigote poco poblados. Su vestimenta se compone de un saco negro largo que llega hasta el suelo, pero parece traer objetos pesados en los bolsillos, aparte de un mango plateado de lo que parece ser una espada que se le asoma por el hombro derecho.

S: ¿E...eres Jack? 

No responde. Me suelta la mano ligeramente y me dejo llevar, ya que no parece que va a hacerme daño. Guardo la daga en la bolsa otra vez y finalmente mira la Urna que está colocada en tierra.

LEGIÓN SANGUIS- LA BÚSQUEDA DE LOS ELEGIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora