SILENCIO TOTAL

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Narra Philip:

Han pasado minutos como si fueran horas. Hasta que un chirrido se escucha del otro lado de la puerta.

Es todo. Las puertas se han abierto. Los guardias están entrando, mirándome fijamente y de manera siniestra.

Los demás me miran. A mis dos lados se hallan mis amigos, tal vez los únicos que me apoyaron realmente en estos días. El fiscal Brighton entra y nos dice:

FB: Bueno, chicos. Espero que hayan tenido tiempo para platicar, pues ya tenemos todo listo para sus partidas. Muchachos, les deseo un buen viaje.

En estos últimos minutos que me quedan estuve meditando sobre los buenos años que tuve. Bueno, sé que cuando fui pequeño tampoco tuve una infancia color rosa, pero después de los sucesos en Shadowville, aprendí a lidiar con las consecuencias de mis errores. Esa fue una de las pruebas más importantes que causaron un impacto en mi vida.

Lia, Alí, Mayra, Joshua y Andrew fueron los primeros que fueron escoltados. Todos me expresaron su dolor a través de su mirada. No hubo necesidad de decir más palabras. Joe miró a Lia con lástima, y ella le devolvió la mirada. Parece que sí llegaron a sentir algo el uno al otro, pese a cómo se trataban. Al salir por las puertas, sabía que nunca más los volvería a ver.

FB: Joe, ven con estos hombres. Tu transporte está listo. Philip, ya es hora.

Joe se levantó. El equipo SWAT se lo llevó y no le importó soltar una lágrima antes de decirme:

J: No todo es un final feliz, amigo. Te veré del otro lado.

Asentí. Una vez hubo salido, algo se conmovió dentro de mí. Las manos de los hombres que me sujetaban eran frías como el acero. Me sentía como el pobre prisionero de El pozo y el péndulo, sabiendo que la muerte me llegaría tarde o temprano. Los monstruos que me perseguían estarían felices de mi pérdida.

Sentía que el pasillo por donde caminaba era como la Cueva de las sombras, oscuro y lúgubre. Mis verdugos me miraban con cierta lástima. Entramos en el cuarto, uno del que no saldría con vida. Me ordenaron que me sentara en la camilla, y lo hice. Las ataduras que me mantenían inmóvil eran heladas.

Un hombre que operaba los químicos estaba al lado mío, poniendo en la inyección los diversos medicamentos para el proceso. Una vez que la jeringa estuvo llena de un color azul grisáceo, mis sueños y esperanzas cayeron.

FB: Bueno Philip. Ya que estamos preparados, es hora de decir tus últimas palabras.

Miro hacia mi derecha. Me imagino que Sarah está a mi lado, diciéndome que todo estará bien. Después de un rato de gran tensión mental, hablo sin pensar en lo que decía:

P: No me arrepiento de mis decisiones. Todo lo que he hecho en mi vida ha sido con un propósito, y ese es marcar una diferencia. Pero hay veces en la vida que cometes errores, y de esos errores se aprende.

Miro hacia arriba, como si alguien allá me estuviera escuchando.

P: Si llegan a encontrar a Sarah, díganle que me perdone de lo que le dije. De nunca decirle la verdad. Y que espero reunirme con ella en el más allá.

Una lágrima sale por mi ojo. Brighton me mira con lástima, pero se mantiene firme en su opinión y luego dice:

FB: Jim, comienza el proceso.

Ya no hay vuelta atrás. El hombre a mi lado sujeta mi brazo... e inserta la aguja. En cuestión de segundos, siento cómo ese líquido intravenoso corre por mi organismo y empiezo a sentir mucho ardor. Mi corazón late a un ritmo bastante acelerado, mi mente daba tumbos repetitivos y empezaba a perder el conocimiento. Adiós Sarah, adiós Joe, adiós a los Elegidos, adiós a mi hermano. Me arrepentí de nunca tratar de escucharlo cuando.... mis pulmones están fallando, mis fuerzas me faltan.... mi corazón se está dete....estoy en oscuridad total.

LEGIÓN SANGUIS- LA BÚSQUEDA DE LOS ELEGIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora