Capítulo 29

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— ¡Elliot! Cállate, déjalos... hacer su... Bueno, lo que estén haciendo – regaña Kavanagh.

— No nena, mis oídos castos escuchan gemidos y es lo último que necesito saber de mi hermano.

— Imbécil, ¿qué haces aquí? – le grito para que se largue de una jodida vez.

— ¡Vine a echarte porras! ¿A qué crees que vine?

— A arruinarme el momento – digo alejándome de Ana.

— Si estás desnudo no salgas, hay cosas en esta vida que prefiero no saber — se burla el estúpido.

Saco la cabeza para verlo de pié junto a la fogata. Le señalo la ropa sobre los troncos y Kavanagh se acerca para entregármela mientras Elliot se ríe.

— Mierda, deberíamos separar más las tiendas de campaña, no quiero escuchar tus gemidos en la noche – me dice Elliot.

— Puedes irte al otro lado del lago – me río.

Elliot me pasa una cerveza y nos alejamos de las chicas mientras ellas conversan en la mesa. Permanecemos unos minutos en silencio, observando los últimos rayos de sol sobre el lago.

— Esa pequeña es especial, eh – dice mi hermano.

— Lo sé – suspiro – ¿cómo fue que te enredaste en este asunto?

— Por Kate, Ana la reclutó para elaborar su plan, pero sabes que a mi chica no se le dan las actividades con naturaleza e insectos – se ríe – así que me llamó a mí, yo a Taylor y él a la señora Jones. Luego a Andrea y Mía, y la chismosita le dijo a mamá y papá.

— Mierda – digo cruzándome de brazos – ¿hizo todo eso en cuatro días? Tal vez deberías contratarla para tu empresa.

— Seguramente encontraría un puesto administrativo para ella – se gira para mirarme – ¿te la imaginas? En un pequeño remolque rodeada de trabajadores sudorosos ¡comiéndosela con los ojos!

— Si, si, olvídalo idiota – gruño molesto – no quiero a nadie mirando a mi chica, si pudiera la encerraría en Escala.

— Si, eso no sonó nada aterrador – dice irónico – pero buena suerte con eso, para mí es muy divertido ver como la pequeña te tiene atado a su meñique.

— Claro que no, ella está atada a mí – sonrío por mi referencia y sacudo el pensamiento – me encantaría vivir a la orilla del lago.

— ¿Como papá y mamá? – Arquea la ceja – mierda, Christian! ¿De verdad estás pensando en sentar cabeza?

— No lo sé, nunca lo había pensado en realidad – miro su cara de sorpresa – ¿tú nunca lo pensaste?

— Mierda, ¡no! – Abre mucho los ojos – seré soltero por siempre, joven y sexy.

— ¿Soltero por siempre? Si, ¿joven y sexy? No – me río – las chicas como Kavanagh sueñan con grandes bodas y vestidos largos, espero que sepas lo que haces.

— ¿Tú crees que Ana no quiere lo mismo? – dice serio con las manos en los bolsillos.

— No lo sé – digo con sinceridad – Ella nunca hace lo que yo espero que haga, eso me jode y me fascina al mismo tiempo, es tan confuso.

— Mujeres bro – mira fijamente hacia el lago – tan complicadas y jodidamente encantadoras, como sirenas.

Me rio de Elliot, tan fuerte que el estómago empieza a dolerme. Niega con la cabeza antes de reír igual que yo. Mi hermano camina de vuelta, acerca una hielera a la fogata y coloca dos pescados sobre una rejilla metálica. Ana y Katherine se sientan junto a nosotros para cenar frente a la fogata.

Ana se levanta y va hasta su mochila para sacar un contenedor. Cuando se gira hacia mí, puedo ver un pequeño pastel con una vela.

— Feliz cumpleaños – me dice. ¿Tuvo tiempo de hacer un pastel también?

Sostengo el pastel en mis manos y lo observo con cuidado recordando a mi abuela, ella hacia pasteles para mí cuando era niño. Cuando me volví un adolescente problemático dejé de frecuentarlos, así que dejó de hacerlos.

— ¡Elliot! ¡No! – la voz de Kavanagh me saca de mis pensamientos.

— ¡Idiota! ¡Ana hizo ese pastel para mí! – Le grito molesto por su jodida broma — Lo siento.

— Te ves adorable con betún de chocolate – me sonríe con un brillo en sus ojos.

— Ya, ya, basta... Hay gente a su alrededor, ¡compórtense! – dice Elliot pero lo ignoro y beso a Ana.

Tomo su mano para llevarla hasta la fogata y sentarnos de nuevo para abrazarla. Kavanagh y Elliot hacen lo mismo, pero ella se queda dormida al poco tiempo. Ana también lo hace, pero puedo ver su incomodidad, así que intento tomarla en mis brazos para llevarla pero se despierta. Se levanta ella sola y se despide para ir a dormir dentro de la tienda.

— Entonces... ¡otra cerveza! – grita Elliot.

Me pasa una cerveza y toma otra para él, así que seguimos bebiendo durante un rato, platicando de cualquier tontería. Ni siquiera supe en qué momento me quedé dormido, pero el aire fresco me despierta.

Abro los ojos y me giro hacia Elliot, que balbucea algo sobre dormir más. Escucho la voz de Kavanagh llamándonos, pero el dolor de cabeza se vuelve intenso y cierro los ojos un rato antes de incorporarme. Abro los ojos de nuevo cuando Elliot golpea mi hombro.

Me siento junto a Ana, que sonríe alegre y me entrega un vaso de jugo y un sándwich. Cuando terminamos de comer, Elliot me hace una seña para que lo siga hacia su camioneta.

— Ayuda, holgazán – me dice y señala las hieleras.

— ¿Ya te vas? – le pregunto acomodando la hielera más pequeña.

— Si, Kate ya no aguanta estar aquí y quiere darse un baño... y yo quiero estar con ella cuando lo haga – sonríe como idiota.

— Bien, lárgate, así yo también tendré tiempo a solas con Ana – me mira con el ceño fruncido.

— No quiero ni imaginarme lo que vas a hacerle – hace una mueca – ¡adiós anciano!

Me grita para regresar con Kavanagh, ella está despidiéndosede Ana. Elliot también la abraza. Se suben a la camioneta y cuando se alejan,yo me acerco para retomar mis planes.

Historia de Amor 💙 (Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora