Capítulo 59

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Confirmo con Taylor que tiene listo el jet para mañana en la mañana y me concentro en mis actividades antes de partir hacia Bellevue.

— ¡Christian! ¡Ana! – chilla Mía desde la puerta.

— Hola Mía, ¿cómo estás? – saluda Ana.

— ¡Ana! ¡Ana ven! – Grita Kavanagh apareciendo de la nada — tengo algo que contarte.

Se lleva a rastras a mi chica y la sigo hasta la sala donde mi hermano está sentado bebiendo una cerveza. Busco a mis padres con la mirada, pero no los encuentro. Incluso Mía desaparece dejándonos solos.

— Ana, ¡voy a casarme! – ¿Qué mierdas dijo?

— Por Dios Kate, ¡qué emoción! Espera... ¿Elliot lo sabe? – Ana también luce confundida.

Nuestras miradas llegan hasta el idiota con el ceño fruncido sobre el sofá. ¡Así que este es tu gran problema! ¡Bastardo idiota! No puedo evitar reírme de su cara malhumorada.

— Claro que lo sabe tontita, voy a casarme con él... Estoy embarazada.

Ana y yo miramos sorprendidos hacia Elliot. ¡Su vida de soltero y fiestero está acabada!

— ¡Estás jodido Lelliot! – sigo riendo. ¡Mi muy jodido hermano casado y siendo padre!

— Cállate idiota – gruñe furioso.

— Kate, ¿podrías ir con Mía? Necesito hablar con Elliot – Dice Ana en un tono de voz demasiado tranquilo.

Kavanagh sale de la sala y Ana vuelve su atención a mi hermano. Pone las manos sobre su regazo, pero su voz sale como un reclamo.

— ¿Es en serio? Tú me acusaste de estar embarazada cuando dije que me mudaba con Christian! – lo señala.

— ¡Ya lo sé pequeña! ¡Lo sé! – dice al borde de la histeria.

— Elliot Grey cambiando pañales – intento hacerme una idea de Elliot siendo padre.

— ¡Cierra la boca Christian! – me gruñe.

— ¿Y entonces? ¿Vas a casarte con Kate? – dice Ana de nuevo.

— Si, la amo y vamos a tener un bebé.

— ¿Te imaginas? ¿Una hija de Elliot? Siguiendo sus pasos – digo para perturbarlo y su expresión se descompone.

— ¡Mierda, no! Mi hija no tendrá novios, estará encerrada en casa y solo irá a colegios de chicas – se levanta de un brinco.

— ¿Como Mía? – digo con la ceja arqueada.

— Mierda – se deja caer de nuevo en el sofá — Estoy jodido... ¡Diosito por favor! ¡Que sea niño!

Mi hermano mira al cielo suplicando mientras mi chica intenta tranquilizarlo. Pero sigo hablando para joderlo un poco más, como muchas veces él hizo conmigo.

— No más alcohol, no más fiestas, no más salidas a clubes, se acabó TODO... – palmeo su hombro.

Ana me mira molesta antes de seguir hablando con Elliot. ¿Cuánto más podré molestarlo antes de que de verdad pierda la cabeza?

— De verdad vi mi vida entera pasar frente a mis ojos – dice en un susurro.

— Si no lo haces bien, Kavanagh va a patear tu trasero – le sonrío.

— Si bueno, gracias Christian, tu siempre sabes qué decir – se queja de nuevo.

— ¿Ya hablaste con los padres de Kate? – Ana intenta cambiar el tema.

— Si, ayer fuimos a cenar con ellos. Hoy vienen también para que yo pida formalmente la mano de Kate en matrimonio.

— ¿Vas a pedir su mano y toda esa mierda? – Suelto sorprendido.

— ¡Déjalo en paz Christian! – me regaña.

— Mierda bro, te pedí que vivieras como apoyo moral, no a patearme mientras estoy caído – dice con dramatismo.

— Bien, deja de chillar – le hago una seña con la cabeza – vamos a la cocina por una cerveza.

Salimos de la sala justo a tiempo porque mi madre entra a saludar a Ana mientras llegan los Kavanagh. Elliot y yo vamos a la cocina.

— Esto es malo, ¿cierto? – dice en un susurro.

— No necesariamente – lo miro serio – estas envejeciendo y necesitas de alguien que te cuide, te de tus medicamentos para la memoria y cambie tu pañal algún día.

— ¿Y para eso necesito una esposa? Puedo contratar una enfermera sexy – le sonrío de nuevo.

— La enfermera sexy te querrá mientras tengas dinero Elliot, luego de eso te abandonará con alguno de tus empleados llevándose el control de tu empresa.

— Tu sí que sabes cómo animarme hermano – hace una seña con su mano como si disparara a su cabeza.

— Voy a decirte algo, imbécil, presta atención – le doy un trago a mi cerveza — Ayer en la mañana, cuando el bastardo ese me disparó y permanecía tendido en el suelo me di cuenta de algo. Todo el maldito dinero que tengo no habría servido de nada si él hubiera apuntado a mi cabeza en lugar de mi pecho, cada jodido centavo que mis empresas producen no serían suficientes para traerme a la vida. Dicen que en momentos como esos ves tu vida pasar frente a tus ojos, ¿y sabes qué? No vi nada, ni una mierda de mi vida. Solo podía pensar en lo que dejaba atrás... en Ana. En cómo se sentiría, si lloraría mi muerte, si estaría deprimida mucho tiempo. Mierda, incluso me pregunté si algo de todo lo que yo tengo habría aliviado su dolor.

— Qué lindo eres Christian – se burla.

— Luego ella dijo que me ama – sonrío y él también lo hace – y eso me hace sentir completo. Como si todo lo que hubiera hecho me hubiera llevado a este momento, con esta chica. Si de alguna forma tú sientes por Kavanagh lo mismo que yo siento por Ana, entonces no tienes nada de qué preocuparte. Incluso si eso incluye un bebé. Solo ruégale a Dios que no tenga tu misma cara fea o habrás jodido la vida del niño.

— O niña – se ríe.

— Con tu jodida suerte, será niña y una copia exacta de Katherine, con todo y sus gustos excesivamente caros.

— Empezaré a buscar los mejores internados religiosos para niñas. Mierda, probablemente la deje ahí hasta que cumpla los 30.

—Yo te ayudo a pagar las colegiaturas – levanto mi cerveza hacia él y laschocamos.

— Hola pequeña, no me digas que ya acabaron con la planeación?

— No sabía que fuera tan complicado, pareciera que es una misión para alimentar a un pequeño país en desarrollo.

— ¡¿Qué?! – Casi escupe el trago de cerveza — mierda, eso suena caro.

— ¿Tienes el anillo? – pregunto porque no lo ha dicho.

— Si, lo tengo, Kate y yo fuimos a escogerlo.

— Ella no debió verlo, se supone que es sorpresa, ¿no? – dice Ana.

— La sorpresa es el bebé – le susurro — El anillo era obligatorio.

— ¡Deja de burlarte Christian! – chilla.

— Cásate conmigo – le pido porque yo sí tengo un anillo.

— No – dice necia.

— Di que sí y te muestro tu anillo – deslizo mi mano al bolsillo de mi saco.

— ¡Basta! No es el momento – dice antes de salir de la cocina.

Volteoa ver a Elliot pero él parece no haberse dado cuenta de nada. 

Historia de Amor 💙 (Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora