La leyenda cuenta que al abrirse la caja de Pandora todos los males fueron desatados y al cerrarse la esperanza fue lo último que salió de aquel artefacto. Pará Pandora Selwyn esa historia le quedaba como anillo al dedo.
Criada bajó los ideales puri...
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Casa de los Potter ▬▬▬▬▬
Los Potter junto con Sirius Black se encontraban en la mesa celebrando el inicio del año, como una familia feliz. Parecía todo normal y aunque Euphemia había notado que su hijo parecía un poco deprimido, la noche pasaba tranquilamente.
Escucharon un golpe, como de un cuerpo cayendo en la chimenea y se levantaron con las varitas en mano esperando por si tenían que atacar. Un bulto de cabello y tela blanca se encontraba arrodillado frente a la chimenea, ellos podían escuchar los sollozos que parecían ser de una mujer y James se apresuró a llegar junto a ella.
—¡Pandora!— gimió —¿Estás bien?
Pero ella negó y se abalanzó a sus brazos, Euphemia y Fleamont se habían quedado de piedra y Sirius parecía querer maldecir a todos. Corrió junto a ambos y los abrazó, tenía una idea de lo que había sucedido.
—Tranquila— susurró James —Estas a salvo, no dejaré que te hagan daño
—La-lamento llegar sin av-avisar— tartamudeo —P-pero no sab-bia a dond-de ir
—Tranquila cariño— dijo Euphemia —Eres bienvenida
Después de algunos minutos, cuando Pandora logró calmarse y cambiarse, empezó a relatarles todo; hacia pausas para calmar su llanto pero no servía de nada pues lloraba con la misma intensidad. Fleamont, James y Sirius parecían querer matar a cualquiera que se les atravesará, si fuera por ellos hubieran regresado a la mansión Selwyn y tomarían venganza por la joven.
Euphemia abrazaba a la pelirroja con delicadeza y había ido a buscar alguna poción para que Pandora se calamara, le había dicho que podía quedarse el tiempo que quisiera y que mientras estuviera en esa casa, nada malo le pasaría.
—Toma querida, en cuanto te la tomes te dormirás— le dijo la mujer
—Yo dormiré con Sirius— avisó James —Dora puede dormir en mi cuarto
—Llevala a tu cuarto— dijo Fleamont —Es mejor que descanse
—Gracias por dejarme quedar— agradeció Pandora —Realmente se los agradezco
Ambos Potter hicieron un gesto restándole importancia y James la condujo a su habitación, el aroma a cítricos inundó la nariz de Pandora causando que inmediatamente se relajara.
—Te debo una explicación— murmuró la pelirroja
—Puede esperar— la tranquilizó James —No es necesaria
—No, James— dijo —Necesito contarte porqué te dije todas esas cosas
—Eso no importa— acarició su cabello
—Basta— dijo Pandora —James, mereces una explicación— suspiró —Yo te dije todo eso porque mi madre me mandó una carta diciendo que si no me alejaba de ti, te mataría junto a tu familia. Solo quería protegerte
—Saldremos adelante— aseguró James —Y si muero, me encantaría morir a tu lado
El corazón de la pelirroja se derritió con esas palabras y tomó la iniciativa, lentamente se acerco al rostro de James y un segundo mas tarde junto sus labios con los de él, comenzando una suave danza guiada por ella. James jamás había sido besado como ahora; era tranquilo, lento y con un amor sincero, por primera vez en su vida sintió lo que realmente era el amor.
Sin previo aviso Euphemia Potter entró a la habitación, llevaba consigo una taza de té que impactó en el suelo al encontrar a su hijo en una escena un tanto comprometedora.
—¡Merlín, lo lamento!— se disculpó la pelirroja limpiando todo con un movimiento de varita —Debí tocar antes de entrar
—No importa mamá— murmuró James avergonzado —Solo me despedía de ella
—¿Con un beso de buenas noches?— se burló la mujer
—¡Mamá!— se quejó —¡Sal de aqui!
Euphemia soltó algunas risas antes de salir de la habitación, Pandora estaba completamente roja y se tapaba la cara con las cobijas intentando que no la vieran. Se instaló un incómodo silencio que después fue interrumpido por algunas risas por parte de James a las que Pandora se terminó uniendo.
Los días siguientes fueron los mejores para Pandora desde hace ya varios meses, los Potter vivían en una colina y no tenían vecinos por lo que era fácil para los tres jóvenes usar la magia a su comodidad. Detrás de la casa había un riachuelo y los tres salían de vez en cuando a tirarse en la nieve y mojarse con agua helada, Euphemia se había vuelto más cercana a la joven pelirroja y ya se había hecho costumbre tomar un té de jengibre por las noches.
La última noche en casa de los Potter había un caos, el cuarto de James y Sirius estaba hecho un desastre. Euphemia regañaba a los jóvenes y Pandora intentaba ayudar en todo lo que podía. Habían decidido que Fleamont los llevaría a la estación por si los Selwyn intentaban hacer algo contra la pelirroja.
Dos horas más tarde, parecía que todo se había calmado pues la ropa que antes estaba tirada se encontraba guardada en los baúles de los chicos. Euphemia no se hizo esperar y llegó al comedor con dos tazas de te de jengibre.
—Estoy agotada. Yo ya soy muy mayor para lidiar con dos adolescentes con mentalidad de niños— se quejó la mujer mientras se sentaba junto a la pelirroja —Los amo, pero descanso cuando están en Hogwarts
—Ha sido muy amable con Sirius y conmigo— dijo Pandora —Se que no somos sus hijos, pero le aseguro que para nosotros es como una madre —declaró —Siempre fui un estorbo para la mia, jamás titubeó en recordármelo, por eso le agradezco todo lo que ha hecho por mi
Euphemia le sonrió con calidez antes de beber un poco de su té, no encontraba las palabras adecuadas para poder hacerle saber a Pandora lo que quería así que permaneció unos momentos en silencio antes de poder hablar.
—Hace poco James me habló sobre una amiga suya— dijo —Me contó que tenía una pareja que la maltrataba y una familia que le imponía demasiado, me pidió consejos para poder ayudarla
La pelirroja levantó la mirada y miró a la mujer con curiosidad
—Creo que esa amiga eres tu— declaró —Así que te lo diré directamente a ti. No dejes que nada ni nadie te impidan ser feliz, solo vives una vez y si desperdicias esa oportunidad intentando complacer a los demás, habrás desperdiciado todo y es hermoso vivir sonriendo
