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Ayelén

Eran las 3 de la madrugada y no podía dormir, extrañaba todo un montón. Por más que durante esta semana haya hablado un poco con todos y les haya dicho que estaba bien, no, no lo estoy.

Más allá de extrañar y de que acá es un ambiente horrible, fui abusada la primer noche por el marido de Mercedes, Pablo. Según todos los que trabajan acá, es la forma de darle la bienvenida a todos los que se quedan acá, las chicas somos abusadas por Pablo y los chicos por Mercedes. Sin contar la cantidad de golpes e insultos que se reciben acá adentro por día, es increíble. Cada vez entiendo más porque dicen que es un orfanato de mierda, sigo sin entender porqué no lo cierran, pero bueno.

No podía usar mucho el celular, están controlando absolutamente todo el día entre los dueños y las personas que trabajan acá, Diana y Nahuel, el cocinero.
Dado que no podía utilizarlo mucho y si te veían usándolo te castigaban, todos los días me escapo unos 5 minutos al baño para mandarles mensajes a los chicos de que "estoy bien" y dejarlos tranquilos. Solo esa fue la poca comunicación que estuvimos teniendo en toda la semana que llevo acá, y sé que tengo para rato. Acá era la única que tenía celular y por suerte, me llevaba bien con todos por lo que me cubrían.

Por la hora, y al ser sábado en la madrugada supuse que los chicos deben estar despiertos y juntos, así que prendí el celular, entré a whatsapp y justo me llegó un mensaje actual de Mateo “Sali al balcón, necesito verte al menos dos segundos”.
Sonreí y pensé en lo loco que está, sin hacer tanto ruido para que Diana que cuida desde la habitación de al lado, no se despierte, me levanté y caminé hacía el pequeño balcón que había en nuestra habitación. Salí y estaba Mateo colgado del árbol que está bien pegado a la baranda, ni bien puso un pie en el balcón, mis lágrimas comenzaron a gotear y me tiré a abrazarlo, ambos llorabamos. Se notaba a kilómetros cuanto nos extrañabamos y necesitábamos.

- Te extrañaba un montón, ya no podía más. Vine solo para sentirte cerca unos minutos, no soporto más. ¿Estás bien? ¿Te tratan bien? - Dijo Mateo mientras me miraba preocupado y me matab de amor.

Si tan solo supieras, Mateo.

- Yo también te extrañaba y necesitaba sentirte cerca, mi chiquito -Me acerqué y lo besé, ambos sonreímos en pleno beso. Nos necesitábamos mucho- Estoy bien, tranquilo.

- No quiero irme, pero se va a armar quilombo si te enganchan. No te olvides cuanto te queremos con el grupo, te extrañamos un montón. Ya vas a salir de acá mi chiquita, y sino se queda Romina con tu tenencia, yo voy a encargar de que salgas de acá lo más pronto posible -Sonreí, asentí y lo abracé- Te quiero -Me besó y se fue-.

Me quedé unos minutos más sonriéndole a la nada, no podía creer lo que hizo. Está loco.

Comencé a sentir frío y decidí que era hora de entrar, estaba segura de que hoy iba a dormir en paz, por fin. Entré y estaba la luz prendida y Diana parada en la puerta, mirándome un tanto dormida y un tanto enojada.
Cagué.

resistir ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora