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Miércoles, 26 de noviembre de 2114

 ­Los días siguientes nos dedicamos a buscar el camino de vuelta a Dreo. Yo ya apenas me acordaba pero Adam aseguraba que cuando estuviésemos cerca él sabría llevarnos, sin embargo, yo tampoco me fiaba demasiado porque aunque decía saber guiarse en el laberinto para salir de Dreo, al final no tenía mucha idea. Javi y Lorena tampoco se sabían el camino, por no hablar de Phil y Andy, que no entiendo muy bien cómo pensaban llegar antes de que nos encontrásemos.

Resumiendo, que nos dedicábamos a merodear por el bosque. Adam y yo nos quedábamos mucho tiempo a solas, pues las parejitas se separaban del grupo de vez en cuando. Al principio Javi estaba bastante raro. Supuestamente, él y Lorena no eran aún novios pero vamos, nadie se lo creía. Lorena quería dejarle espacio para que pusiese en orden sus pensamientos e incluso le dio una charla a Adam para que no se repitiese lo del beso. Fue en esa charla la primera vez que vi a Lorena fruncir el ceño.

Todo el grupo esperaba ansioso a que Javi se dignara a hacerlo oficial. Era tal nuestra curiosidad que, por segunda vez en mi vida, cotilleé detrás de unos arbustos, en esta ocasión en compañía de los piratas (acabo de descubrir que este término existe) y de Adam. El caso es que Javi fue empalagoso a tope, se arrodilló y todo, y cuando Lorena le dijo que sí quería ser su novia, él se levantó y le dio un beso de película. Precioso. Pero tampoco para ponerse a chillar de la emoción, que fue lo que hicieron los chicos (y no solo Andy y Phil, que Adam casi llora) y fue por lo que los recién emparejados nos descubrieron. Menos mal que estaban aún demasiado felices y no nos reprendieron.

A partir de momento ya no se cortaban, ni los unos ni los otros. El amor fluía por el aire. Y la verdad, me venía bien que las parejitas se separaran de nosotros, para liberarme de la compañía por un rato. Adam ya no estorbaba. Me había acostumbrado tanto a él que con su presencia me encontraba tan cómoda como estando sola.

Ocurrió una noche en la que estábamos solos.

Adam me contaba cómo había nacido su afición por los objetos tecnológicos. Yo acababa de descubrir en su alforja el ordenador que se había llevado de Dreo (¡GUARDÓ LA TABLET!) y recuerdo haberle preguntado sobre aquel momento de enamoramiento en la sala del laberinto de salida.

Resulta que Adam había sido parte de una gran empresa multi-tecnológica donde vivía antes del Cambio. Me explicó que son compañías muy grandes que se dedican a eso, a las tecnologías, a absolutamente todas las tecnologías. Aunque él me lo contó mucho más detalladamente, lo que entendí es que había siete sedes de empresas multi-tecnológicas (Adam me dijo el nombre de las siete pero no me acuerdo, lo siento).

Una se especializaba en la tecnología aeroespacial, y estaba en la luna.

Otra se centraba en robótica y producía los mejores robots de la tierra. Además se dedicaba a la elaboración de electrodomésticos. Estaba localizada en Japón.

Otra se dedicaba al transporte aéreo, submarino y de superficie. Me parece que dijo que estaba en Alemania.

 Mencionó también una que producía máquinas industriales. Al parecer en esa no había un proceso de mecanización, si no que cada nuevo aparato era único y sin precedentes. Adam habló de esta sede como si los jefes estuviesen un poco locos, pero a la vez fuesen unos genios. No recuerdo donde estaba esa sede.

Un diario para la posteridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora