⚠️Importante: es una historia inspirada en la novela de Laura Donher acerca de las Nuevas Especies (por lo tanto la mayoría de los personajes y lugares son propiedad de dicha autora).
👉🏻+18. Esta historia contiene lenguaje inapropiado, violencia...
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Luego de mi intento fallido de huir tras comer aquella crema de maní, Theo fue más astuto y se encargó de llamar a un médico a domicilio. A pesar de que yo le pedí ayuda, él se ocupó de amenazar al médico para que no lo denunciara. En fin, desde ayer me había tratado mal de nuevo por intentar alejarme de él tras mi intento de "quitarme la vida". Estaba tan cansada de esta vida, de él sobre toda las cosas ...
"Habla", dije cortante. No me interesaba para nada lo que este hombre decía, pero era decir algo o que se quedara parado todo el día mirándome fijamente, o peor aún, me siguiera a todos lados. Ah, lo odiaba tanto. Se acercó a mí e intentando tocar mi mejilla , pero rápidamente alejé su mano de mi. Él sonrió cínicamente.
"Estás siendo una perra", sentenció. Lo miré desafiante, "pero me encanta ese lado tuyo. Siempre me excita que seas así", acercó su rostro hacia mí, a lo que le respondí escupiéndole en la cara. Él se limpió rápidamente y cuando menos lo esperé, me levantó con su mano sobre mi cuello, apretándolo fuertemente. Yo solo pedía que me soltara, pero parecía cegado por la ira. Me estaba quedando sin aire y cuando estaba empezando a perderlo completamente, me soltó haciendo que cayera con brusquedad al suelo.
"Te informo que nos vamos en unos días, ahora vete a empacar tus cosas malditas", luego de eso, escuché la voz de Theo alejarse.
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Una semana después.
Estábamos en el auto, camino al aeropuerto.Theo se había pegado a mi lado. Me fastidiaba tenerlo cerca.
Suspiré pesadamente, sin embargo, no le diría nada. No tenía ganas de pelear ni siquiera dirigirle la palabra.
"Escúchame, más te vale portarte bien, si no quieres que te lastime", advirtió.
Apreté los dientes, lo odiaba, quería matarlo con mis propias manos.
"Escuchaste?", repitió con autoridad. Solo asentí, fulminándolo con la mirada.
Al entrar al aeropuerto, Theo me tomó de la mano y la apreto tan fuerte que me dolia.
Luego, empezó a caminar con pasos apresurados. Estuvimos en la boletería donde entregó nuestros pasajes. Suspiré con tristeza. No quería ir a otro lugar, tampoco pasar más tiempo con él. Miré a todos lados, desesperada. Todos parecían en su mundo, nadie volteaba a ver mis súplicas de ayuda.
