Harem 13 «Vharem/KookTae»

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—¿Lo habéis encontrado? —Taehyung se levanta de su trono alarmado apenas ve a uno de sus guardias entrar por la puerta principal del palacio.

—Aún no alteza, estamos preguntando a los ciudadanos de todos los pueblos de la zona y nadie sabe quién es Jungkook.

—Maldita sea —muerde su labio inferior desesperado y tira de su pelo con poca fuerza —seguid buscándolo. Quiero más tropas en la zona este y que se repartan por los poblados para ir más rápido. Apenas el guardia se va, Taehyung se dirige hacia la sala común, aprovechando que esta estaba vacía, ya que todos sus chicos habían decidido ir al mercado de la ciudad que el padre de Taehyung reinaba. Entra en la habitación de Jungkook y respira hondo, percibiendo un leve aroma al menor que hizo a su corazón acelerarse. Avanzó lentamente por la habitación, revisando las cosas mientras agradables recuerdos llegaban a su mente. Paró justamente cuando sobre la mesita de noche, encontró el cuaderno que el castaño siempre utilizaba para dibujar. Lo abrió lentamente y sonrió al ver los hermosos dibujos de paisajes que había. Sabía que Jungkook era bueno dibujando, pero tampoco creía que tanto. En realidad tampoco le había dedicado al menor tiempo suficiente, así que aún había varias cosas que desconocía de él.

Continuó pasando las páginas lentamente hasta que encontró el primer retrato, el cual era obviamente de Taehyung, aunque el rubio no vio venir aquello. Llevó una de sus manos a su rostro y limpió las lágrimas silenciosas que por sus mejillas resbalaban mientras pasaba las páginas, viendo así más dibujos de él mismo en diferentes situaciones. En cada uno había todo lujo de detalles, señal de que Jungkook se había dedicado mucho tiempo a admirarlo.

El menor lo amaba y no había duda de que Taehyung lo había incitado a volver a casa cuando dijo aquellas crueles palabras.

Cerró el cuaderno y lo mantuvo pegado a su pecho mientras continuas lágrimas seguían saliendo de sus ojos. Ahora lo único que quería era encontrar a su menor y disculparse para conseguir que volviese a estar a su lado.

Guardó de nuevo el cuaderno y salió de allí en cuanto consiguió tranquilizarse. Apenas avanzó un poco por el pasillo cuando uno de sus mensajeros le anunció un mensaje de parte del rey, quien lo reclamaba de manera urgente.

A duras penas, se vio obligado a salir de su palacio para ir al de su progenitor y atender aquello que tanta urgencia estaba reclamando.

—Hasta que por fin apareces —se queja su padre levantándose de su trono de oro y acercándose a su hijo —¿se puede saber qué tienes montado? No dejan de llegarme reclamaciones para que mande más guardias a tu disposición —se cruza de brazos y lo mira con el ceño fruncido. Sin darle tiempo al menor a explicarse, vuelve a interrumpirlo —me prometiste que si te construía un palacio y te dejaba tener allí tu harem no me molestarías.

—Uno de mis chicos ha vuelto a casa y lo estoy buscando —habla finalmente cuando el mayor se calla.

—Por dios Taehyung, tienes 12 chicos más, ¿qué más da que uno vuelva a su casa? —rueda los ojos y le da la espalda para volver a dirigirse a su trono.

—No da igual, quiero que Jungkook permanezca a mi lado —se acerca a él manteniendo una expresión neutra —cuando lo encuentre, todos tus guardias volverán.

—Taehyung, soy el rey. No puedo quedarme sin tropas cuidando mi reino por un capricho tuyo.

—No es un capricho y tienes cientos de hombres, porque yo utilice solo 50 no pasa nada —esta vez es él mismo quien frunce el ceño.

—Sí que pasa. No quiero que todos los ciudadanos piensen que eres un mimado y que yo soy un flojo.

—Me da igual lo que piensen de mi, solo quiero que Jungkook vuelva a estar conmigo —se cruza de brazos y desvía su mirada hacia una de las puertas cuando su madre entra a la sala —hola madre.