25: Maya

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Michelle salió a la sala para conocer al sacerdote de Laragosa junto al hermano mayor de Tiago. Todavía no se creía las palabras de Gregori da Santana, pero debía disimular y ocultar todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

−Lamento que la boda no se pueda celebrar, pero me alegro de que no hayan solicitado mi presencia para otra cosa. -Explicó el padre. −Ahora mismo el médico se encuentra examinando a Tiago, creo que usted también necesita un chequeo, señorita. -Dijo haciendo referencia a la cortada en el labio de Michelle.

−No se preocupe, estoy bien. -Sonrió amable. −Aunque Tiago ha perdido mucha sangre y no ha despertado desde anoche.

−Mi hermano. -Exclamó Gregori. −Yo soy el culpable; de no ser por mí, él no estaría aquí y no habría sucedido este accidente terrible. Espero que pueda perdonarme.

−Un hombre con la fortaleza de Tiago no sucumbe a causa de una bala en el hombro, amigo. -Aseguró el padre. −Vivirá para que pongan fin a esta disputa, te lo aseguro... Creo que ya el médico habrá terminado de examinarlo, vayamos a ver.

Michelle asintió y condujo a los hombres hasta la habitación donde se encontraba el paciente junto a Carmen y el doctor. Cuando llegaron, de inmediato pidieron saber el estado de Tiago.

−Necesita alimentarse bien mientras sigue el tratamiento con los antibióticos. -Advirtió el doctor. −Por el momento lo que más necesita es reposar, por eso le he suministrado un sedante.

−¿Podría hablar con él? -Preguntó Gregori. −Hay tantas cosas que debo decirle.

−Tendrá mucho tiempo para decirlo todo. -Respondió con una mirada dura. −Mientras tanto, sea breve.

Gregori asintió al tiempo que se acercaba a la cama para hablar con su hermano. La pelicorta los observó por momento con el nudo apretando su garganta y un dolor en el pecho.

−Tiago, soy yo, tu hermano. -Dijo en un susurro. −Hermano, debo hablarte sobre Maya, nos vamos a divorciar...

−Señorita ¿Puede venir conmigo? -Intervino el doctor frente a Michelle. −Quiero examinarla a usted también.

Ella quiso negarse pero tampoco quería quedarse allí, no había nada de lo que tuviera que escuchar. Por esa razón, abandonó la habitación dejando a los hermanos a solas.

−¿Cómo se hizo eso, señorita? -Preguntó el doctor mientras limpiaba la herida en el labio.

−Alguien me golpeó. -Suspiró. −Creo que bajo las circunstancias, salí bien librada.

−¿No tiene alguna otra cosa que deba saber?

−Ehm... -Pareció pensarlo. −Sí, la verdad es que necesito hacerme una prueba urgente.

A la hora de la cena todos se sentaron en la mesa con excepción de Tiago. Carmen atendía a los invitados con cariño, al parecer, había suficiente confianza entre todos. Michelle era la única que se sentía fuera de lugar, seguía preocupada por el brasileño y al mismo tiempo había otra cosa en su cabeza.

−Espero que no tenga problemas con que me quede estos días en la casa, señorita Graham. -Habló Gregori. −Llevaba mucho tiempo sin ver a mi hermano debido a nuestras diferencias pero eso ya es cosa del pasado, quiero aprovechar el tiempo junto a él. -Michelle sonrió.

−Sí, yo también me quedaré unos días, si no se siente incomoda con eso. -Mencionó el padre José. −Creo que todos debemos irnos el mismo día, así como hemos venido.

−Estoy de acuerdo con eso. -Concordó el médico. −Así podré estar al pendiente de Tiago por unos días más.

La pelicorta estaba por decir algo cuando una de las sirvientas interrumpió la cena para decir que su patrão estaba despierto, y deseaba hablar con su prometida.

Michelle se disculpó y fue a la habitación de Tiago con los nervios al 100 por ciento, no sabía lo que él tenía por decirle. Tal vez la iba a correr de la casa otra vez, o tal vez le iba a agradecer por lo que había hecho por él.

Sin embargo, se sorprendió cuando lo encontró sentado en un sofá frente a la ventana. Su barba estaba más crecida y sus ojos se veían brillosos por la luz de la noche. La pelicorta entró y él volvió la mirada hacia ella.

−¿Qué haces allí? Deberías estar en la cama.

−Me dieron un balazo en el hombro, no en las piernas. -Su voz sonaba distante. −¿Sabes? Creí que estarías en Manaos y no cenando con el resto.

−¿Eso es lo que esperas? -Detuvo sus pasos lejos de él para esquivar su mirada. −¿Todavía deseas que me vaya? -Tiago no dijo nada. −Escuché que tu hermano se divorciará, esa mujer volverá a ser libre y... -No pudo seguir.

−¿Y yo podré reconquistarla? -Terminó por ella. −¿Esperas que vuelva con ella?

−Era el amor de tu vida.

−Así es.

Michelle bajó el rostro cuando sintió una lágrima rodar por su mejilla. Tiago ni siquiera lo negaba, él volvió la mirada a la ventana como si nada, mientras ella se ahogaba con un grito que no podía liberar.

−Es mejor que me vaya. -Recuperó la fuerza para hablar. −Necesitas descansar, lo que debo decirte... Podré hacerlo en otra oportunidad.

Ella salió corriendo de la habitación sin darse cuenta que Tiago tenía la intención de detenerla. Se había levantado del sofá y su boca se entreabrió pero al final no dijo nada, prefirió guardar silencio por el bien de Michelle.

Esa noche la pelicorta no volvió a ver a los invitados y se quedó encerrada en su dormitorio con la excusa de que se sentía mal del estomago. Para la mañana siguiente subió a la embarcación, donde le mintió a uno de los trabajadores de Tiago para que la llevara a Mariasanta.

Nadie se dio cuenta que Michelle se había ido, dejando atrás todas las cosas que había usado durante su hospedaje en la casa. Además de una carta y el obsequio que le había dado el brasileño.

Señor da Santana.

No sé como comenzar una despedida por escrito porque nunca antes me he visto en esta situación. No obstante, intento decirte adiós.

Lamento todos los problemas que últimamente te causé, debido a mi silencio, pero ya sabes mi historia y espero que me creas algún día. Decidí acabar con todo esto antes de que sea tarde, no sé si las cosas podrían empeorar más para mí, pero no quiero quedarme para descubrirlo.

Te dejo libre de todo sentimiento culpable al decirte que, no estoy embarazada. El doctor me ha dado para hacerme la prueba de embarazo y salió negativo. Con eso, espero que puedas desposar a la mujer que realmente amas y no a otra por obligación.

Como me lo has pedido, hoy abandono tu casa y tu país. Te deseo la mejor suerte posible y que puedas recuperarte cuanto antes para que vayas por el amor de tu vida.

Adiós, Tiago.

Adiós, Tiago

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El precio de mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora