26: Em sua busca

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−Michelle Graham. 

Michelle se volvió hacia la voz que pronunció su nombre y se quedó pasmada, su piel palideció al tiempo que sus ojos pestañeaban rápidamente sin creer lo que estaba viendo.

−Como recomendaste, he venido en busca del amor de mi vida. 

62 horas antes; Tiago...

Tiago salió de la habitación en busca de aire fresco, estaba harto de estar encerrado bajo las orden del médico. Quería salir a caminar, aunque fuera dentro de su misma casa.

Sin embargo, lo primero que hizo fue ir al dormitorio de Michelle. Tocó varias veces a la puerta pero nadie respondió, se tomó el atrevimiento de entrar y revisar el baño en busca de la joven.

Paseó la mirada por toda la habitación preguntándose donde podría encontrarse, se acercaba la hora del almuerzo y deseaba hablar con ella antes de reunirse con los demás. Dirigió sus pasos hacia la salida cuando se detuvo creyendo haber visto algo diferente en la peinadora.

Se regresó y notó que abajo de un perfume se encontraba una hoja doblada, la tomó y cuando la abrió en su mano cayó la cadena de oro que le había dado a Michelle. Sus paso fueron retrocediendo mientras leía la carta, hasta que quedó sentado a orillas de la cama con la mirada perdida en la pared.

Sus manos estrujaron el papel, su mandibular se tensó, su pulso se aceleró y de repente la herida del hombro le dolía más que antes. O tal vez no era la herida.

Se levantó con premura y salió en busca del médico, lo halló en la sala junto a Carmen y el padre José. Todos se sorprendieron de verlo allí pero se abstuvieron de decirle algo cuando notaron que no estaba bien, debido a la expresión en su rostro.

−Me deixe sozinho com o médico. -Ordenó.

−¿Algo errado? Você deveria ficar na cama. -Preguntó el doctor luego de que los demás abandonaran la sala.

−¿Ela fez o teste de gravidez? -Preguntó con voz fría y el doctor asintió. −¿Qual foi o resultado?

−Não sei, Tiago, ela queria privacidade. -El brasileño apretó los puños. −¿Aconteceu algo de ruim?

−Não.

Tiago salió de la sala y se dirigió a su despacho, cerrando la puerta con un estruendoso sonido que alteró los nervios de Carmen. Nadie sabía lo que estaba pasando pero la mujer tuvo un presentimiento, un minuto después estaba en la habitación de Michelle y entonces lo supo, la chica se había ido.

No tuvo la intensión de buscarla antes porque creía que la inglesa seguía con malestar estomacal. Ahora se daba cuenta que los había engañado a todos.

Horas después, Tiago abrió la puerta y llamó a Paulo con un grito lleno de enojo. Le ordenó descubrir como había salido Michelle de la localidad, si acaso se había robado la camioneta una vez más. 

Paulo no tardó ni media hora en regresar e informarle que había sido llevada a Mariasanta en la embarcación, los trabajadores creían que iba a comprar algunos medicamentos para el patrão.

−¿Quer que a encontremos? -Preguntó Paulo.

¿Buscarla y traerla de regreso? Tiago frunció el ceño mientras lo pensaba, pero en su interior sabía que no debía hacerlo. Ella desde un principio le pidió que la dejara ir, él mismo le había dicho que podía irse.

−Não.

Luego de eso se volvió a encerrar en su despacho y no salió de allí por el resto del día. Recordaba cuando vio por primera vez a Michelle, estaba en su tina, y a pesar de la gran sorpresa que se llevó tuvo que reconocer que le pareció hermosa. 

El precio de mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora