Capítulo quince

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Tras echar a su amigo de su casa, Mew decidió ir a ver al omega y a recoger su bandeja.

Mientras subía las escaleras recordó lo que su abogado y amigo le había dicho sobre eso de que podría estar enamorado y entonces apretó sus puños con fuerza.

—Pero... y ¿tiene razón?—se preguntó—… ¿y si Gulf lo hacía tan dependiente y vulnerable que lo destruiría?.

Este se detuvo por un momento y se sentó en uno de los escalones para pensar.

Había escuchado de casos en los que algunos omegas habían engatusado con sus encantos a confiados alfas y los habían despojado de todo.

Incluso se había dado la circunstancia que debido a una vida de maltratos y abuso de debilidad, estos se habían vengado.

Estaba preocupado pues él no quería  ser uno de esos alfas, no lo permitiría y quizás había sido demasiado prematuro decir que no lastimaría al omega pero tenía que hacerse respetar y no dejarse reblandecer, ya que Gulf podría atacarle mientras dormía.

Decidido se levantó y caminó hasta la puerta con el propósito de darle una lección al omega, este estaba profundamente dormido, así que caminó hasta la cama.

Toda la habitación olía a ese delicioso y nuevo aroma que le encantaba y que también lo calmaba pero pensó que quizás pudiera ser una táctica del omega o que quizás no, la verdad ya no pensaba con claridad pues luego de estar unos minutos allí, su mente estaba nublada.

Frustrado, llenó sus pulmones y soltó  un gran gruñido que sobresaltó Gulf, el cual muy asustado abrió sus ojos rápidamente, haciéndose una bolita para proteger su panza.

De inmediato empezó a segregar feromonas de pánico y a gemir y  temblar pues temía que el alfa lo iba a golpear en cualquier momento y podría dañar a su bebé.

Mew sacudió su cabeza intentando despejar su mente, ya que su rabia le decía que lo golpease pero su cuerpo se moría por poseerlo y entonces un nuevo sentimiento se abrió paso.

Sin saber porqué, no pudo  transformarse y ser violento, su propio alfa interior no le permitía  lastimar al omega, ni tampoco hacerle daño el bebé.

Asombrado salió corriendo de la habitación, dejando al omega muy confundido, ya que este pensó  golpeado pero no había sido así.

Asustado por si regresaba, Gulf corrió desesperado hacia el baño y se encerró.

Mientras en el pasillo, Mew intentaba descifrar lo que había ocurrido.

—¿Qué demonios ha pasado?, ¿Por qué no pude hacerle nada?... seguro que ha sido Mild con sus comeduras de cabeza.

Este bajó rápidamente las escaleras hasta su sala de estar y allí comenzó a  caminar furioso de un lado a otro, intentando buscar una explicación pero solo podía pensar en lo asustado que debía de estar el omega y que eso podía ser malo para su bebé.

—¡Sal de mi cabeza, maldito engendro!, ¡yo no quiero hijos!, ¡tampoco quiero una pareja!, ¡yo solo quería divertirme y pasar mi celo!—gruñó furioso—... ¡me has jodido la vida, estoy perdido!—Se lamentó mientras golpeaba los muebles hasta  destrozarlo todo—…¡Maldito el día que te encontré en aquel callejón y te subí a mi coche!

Tras varios minutos, no quedó nada en pie, ya no había nada más que destrozar y agotado y furioso cogió las llaves de su automóvil y se fue de la casa.

Condujo sin rumbo fijo durante un buen rato, hasta que llegó a unos de los clubs donde a veces solía ir con los clientes para cerrar algún trato.

Madame Stella lo saludó muy sonriente.

—Señor Suppasit, dichosos los ojos...Hacía mucho tiempo que no nos visitaba.

—Hola...quiero a tus omegas— dijo seriamente.

—Muy bien...tome la llave de la habitación... En un momento lo atenderán—dijo ella sin dejar la sonrisa ni un instante.

Tras entrar, este se quitó la ropa ya que al transformarse la rasgaría toda y con las prisas se había olvidado  cogerse otra de repuesto, entonces se acomodó en la cama.

El lugar apestaba a sexo, mezclado con algún tipo de desinfectante pero no le importaba, el solo quería desquitarse y sacarse la rabia y la frustración.

De un momento a otro dos omegas entraron.

—H-Hola cariño, que gu-gusto verlo—dijo uno de ellos algo asustado pues sabía lo salvaje que era Mew, ya que  algún que otro compañero del prostíbulo ya había acabado en el hospital.

—Venir preciosos—dijo el alfa sintiendo su sangre hervir al ver el contoneo de los omegas y sus cuerpos desnudos acercándose al lecho.

Estos empezaron a besar y acariciar todo su cuerpo, entonces Mew cerró sus ojos para concentrarse en sentir el roce de sus bocas en la piel y sin saber de dónde salió, su boca pronunció el nombre de Gulf en medio de los gemidos.

Este abrió los ojos incrédulo a lo que había dicho, a pesar de que los omegas ni se habían percatado pues ellos seguían a lo suyo, entonces no le dio importancia y se tranquilizó empezando a acariciarlos también.

Tras un rato frotándose con ellos, no logró transformarse, ni tampoco empalmarse, el olor de estos comenzó  a molestarlo y rápidamente se levantó frustrado y soltando un rugido furioso, hizo a los omegas huyeron muy asustados.

—¡Maldita sea!, ¿tampoco puedo tirarme a otros omegas?, ¡Estoy realmente jodido!.... ¡¡¡¡Maldito seas Guuulffff...!!!.

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1. El Gruñido Del Alfa-Mewgulf-Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora