Capítulo diecisiete

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Mew finalmente pudo entrar a ver al omega.

Éste estaba dormido y rodeado de máquinas y con muchos medicamentos que le eran administrados por vena.

En la panza tenía unas cintas conectadas a aparato, el cual una enfermera omega le dijo que eso era lo que controlaba los latidos del bebé.

Esta se imaginó que Mew era su alfa y el padre del bebé, al ver la mordida de Gulf y también al verlo allí a su lado tan afligido, entonces dio a un botón y le mostró el sonido de los latidos.

—Son algo débiles aún pero su bebé lucha por vivir.

El alfa sintió muchas cosas al escucharlos, sintió sorpresa, sintió pena, sintió miedo pero también sintió orgullo y algo que jamás creía que sentiría, quería que ese bebé se curase, que los dos lo hiciesen y que estuviesen de nuevo en la casa.

Otra enfermera apareció y le dijo que era mejor que fuese a tomar algo, que Gulf necesitaba descansar, así que salió y se fue con Mild a la cafetería.

—Estás muy callado, ¿Qué te ocurre?.

—Se veía tan frágil allí tumbado y con todos esos cables enganchados—dijo el alfa entristecido mientras removía su café por enésima vez.

—Pobrecillo, no quiero ni imaginar cuando se entere que su bebé está en peligro—dijo el abogado.

Mew lo miró y asintió muy apenado, no entendía como el omega quería tanto a ese bebé, era el fruto de una violación y además él nunca había querido cachorros pues no se veía como padre.

No quería desgraciarle la vida a otro ser como el suyo lo había hecho con él y con sus hermanos menores, a los que hacía años que no veía.

Mean, Perth y Kong, los tres habían resultado ser omegas y su padre los había repudiado en cuanto su madre se murió.

Ellos estaban internados en un colegio Suizo y cuando su ese se  murió, él siguió pagándolo pero jamás los visitó, ni permitió que ellos regresaran a casa en las vacaciones.

—Gulf solo hacía hablar de su bebé y acariciaba su barriga.... Es muy importante para él y no quiero pensar si le pasa algo—dijo el alfa.

—¿Y tú amigo?, ¿A ti no te afectará si el bebé muere?, También es tu hijo—preguntó Mild.

Este lo fulminó con la mirada pero no podía gritar o lo echarían de hospital, así que respiró profundo e intentó hablar de otra cosa.

Hablaron de trabajo, este entonces llamó a su secretaria y canceló todos sus compromisos, diciéndole que le mandase todo por email a su móvil, pues intentaría solucionarlo, ya que no iría a la empresa de momento.

Una hora después, el abogado se fue a atender sus asuntos y Mew volvió a la habitación del omega para ver que tal estaba y entonces se encontró con que este ya había despertado.

El omega estaba comiendo con ayuda de la enfermera pues su mano temblaba y cuanto lo vio se estremeció al verlo.

—Mira cariño, tu guapo alfa ya regresó...Seguro que ahora comerás con más ganas...venga ánimo, yo iré a ayudar a mis compañeras— dijo la cariñosa enfermera, pasándole el plató a Mew.

Gulf temblaba de miedo y tapaba su barriga con la sábana enredada en sus manos.

—No tengas miedo, no voy ha haceros nada—dijo el alfa acercando una cucharada de sopa a la boca del omega.

Éste lo miraba indeciso y aunque tenía hambre, aún no se fiaba del alfa, aunque la enfermera le hubiese dicho que Mew lo había traído muy preocupado y que se notaba que le importaba.

—Anda, come... Piensa en tu bebé, no te haré nada, te lo prometo—dijo el alfa mirándolo.

El omega entonces asintió y miró con lágrimas en los ojos su pancita, mientras la acariciaba tiernamente.

—Tu crees que mi bebé vivirá ¿verdad?, soy un padre horrible y por mi culpa está así de malito.

—¿Por qué dices que es tu culpa?—preguntó el alfa confuso.

—Yo me escapé y tenía que haberme quedado en tu sótano y aguantar... Él es pequeñito y débil porque yo no estuve a tu lado... Sabía que necesitaba tu semen pero aún así no regresé contigo... Soy un omega horrible y me merezco lo que me pasa pero él no tiene la culpa ¿verdad que no?— Gulf comenzó a llorar.

Mew entonces chasqueó la lengua y dejó el plato en la mesilla.

—T-Tú no tienes la culpa de nada, pequeño.

El omega le agarró fuertemente la mano y lo miró fijamente.

—Prometemelo...prometeme que si mi bebé se muere, t-tú me ayudarás, ¡prometemelo!.—le habló el omega con desesperación.

—¿Ayudarte?

Gulf asintió entre lágrimas mientras se incorporaba con dificultad.

—Sin mi bebé yo ya no querré vivir, Mew,  por eso quiero que tú acabes con mi vida.

—Sin mi bebé yo ya no querré vivir, Mew,  por eso quiero que tú acabes con mi vida

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1. El Gruñido Del Alfa-Mewgulf-Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora