Victoria

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Para algunas historias este es el final. Lejos de casa. Lejos del Padre. Lejos de la Vida. Aparatados y descarriados como ovejas sin Pastor. Muchos deciden alejarse del Padre y continuar separados de él, mientras que muchos otros deciden quitarse la vida.

La decepción, el enojo, la tristeza son aún más fuertes y las fuerzas del mal se encargan de convencer corazones confundidos a seguir enemistados contra el Padre, a no continuar con sus vidas.

Pero este no era el caso de este Hijo Pródigo.

El Padre lo buscaba. El Hijo Pródigo lo sentía, en sus huesos, en su corazón, en su respirar. Sabía que, en algún lado, a pesar de todo este mal, su Padre estaba y lo llamaba.

Sin nada en sus manos, con su adorado taller hecho pedazos y con su corazón roto nuevamente, el Hijo Pródigo exclamó "¡Quiero volver a casa!" "Perdóname Papá! He pecado, he pecado contra el cielo y la Tierra."

Y fue ahí cuando sucedió. Fue en ese momento en que la historia cambio porque no hace falta nada extraordinario para que la historia cambie; aunque, el arrepentirse, sin dudarlo es algo extraordinario. Con simples palabras, el final de cualquier historia puede cambiar.

Eso es lo asombroso del Padre, no necesita nada, solo simples palabras. "Me arrepiento" "perdón". Dejar el orgullo de lado, las dudas y el temor, todo lo que algún día creó lejanía y separación. Un corazón humillado. Un corazón necesitado. Un corazón que reconoce que no tiene nada de valor si está fuera de su Dios.

Simples palabras. Simples acciones. Victorias inmensas fuera de esta Tierra. Victoria en Cristo Jesús.

Las fuerzas del mal se habían declarado victoriosas... pero jamás lo fueron, jamás lo serán. Miles de años atrás ya habían sido vencidas. En el día más oscuro en la existencia de este planeta, se habían declarado victoriosas, mientras veían morir al Salvador en la cruz del calvario. "Victoria" dijeron.

¡Pero al tercer día, el Padre exclamó victoria!

Victoria sobre la muerte. Victoria sobre el pecado.

Victoria sobre el Maestro de las Profundidades.

Victoria sobre los servidores del mal.

Victoria sobre el mal. Victoria.

El Padre exclamó "¡victoria hijo mío!". Volvé a casa.

El joven tendido aún en la calle, ensangrentado por los golpes que le habían dado y con dolor dentro de su alma, en el momento más oscuro la luz entró. Ahí todo cambio.

Una dulce melodía escuchó que inundó su corazón. Sintió como el calor del Espíritu Santo se avivaba. Algo había cambiado. Se había arrepentido, pero ahora, reconocía su necesidad. Nada más importaba ya. Solo su Padre. El Padre lo abrazo y su perdón le otorgó. Sabía que era momento de volver a casa. Hace mucho no hablaba con el Padre. Ese día, luego de semanas de silencio, el Hijo envió una carta.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora