Respuesta del Paracletos

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Querido Padre Celestial:

Sé que lo sabes todo. Sos omnisciente y sabes cada cosa que hacemos y decimos. Pero quiero dejarlo por sentado y contarte por medio de esta carta lo que sucedió anoche.

Sé que tu Hijo está lejos. Acá desde hace tiempo está todo oscuro y con el paso del tiempo cada día me apagaba y dejaba que me enfriara un poco más. Ya no quería hablar con vos, ni mucho consultarte sus acciones. No pude hacer nada. Sin embargo, sé que todos ahí en la casa están clamando por la vida de Él. Y en especial, usted Padre.

Ayer salieron a una fiesta. No regresaron muy tarde pero el plan del Maestro de las Profundidades y su Servidor era hacerlo caer con la jovencita que le presentaron. El joven está muy confundido. Traté de convencerlo de la verdad, pero no pude. Él sabe bien que esa chica no le conviene.

Pero quiero decirle Padre, que hay una luz de esperanza. Lo siento. Lo puedo ver en este endurecido corazón. El joven sabe y quiere volver a su casa. No va a admitirlo por orgullo, pero nada de lo que está viviendo lo está saciando. Se siente vacío. El Maestro de las Profundidades lo está convenciendo de lo contrario, pero...

Le hable tan fuerte ayer al joven que no pudo caer en pecado con la chica. No pudo. Le recordé todas las enseñanzas que había aprendido en su casa. A pesar de que su carne fue fuerte, fui mas fuerte. Grité. Grité. ¡Lo cansé creo yo! Lo convencí de NO hacerlo a pesar de que el quería. Hay esperanza para este Hijo suyo. Que emocionante.

Sin embrago, sigue lejos de casa. NO quiere volver aún. Pero estoy trabajando para lograrlo. Espero que se dé cuenta y que se arrepienta.

Aquí estoy,

Paracletos,

El Espíritu Santo.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora