Carta 9

30 8 0
                                    


Querido Papá:

Sé que no merezco ser llamado tu Hijo. ¡Hice todo mal! ¡Me doy cuenta! Perdón, no puedo decir más nada que perdóname. Me quedé sin nada y ya no tengo a dónde ir. Mi alma desfallece dentro de mí. Ya no tengo propósito, ¡estoy arruinado!

Son las consecuencias de mis errores, de mi pecado, de mis malas decisiones. ¡Lo se! Me lo merezco. Me lo merezco. Soy culpable y ahora estoy condenado a vivir una vida de desgracia.

Papá, me quede sin mi taller, sin mi chica, sin mi amigo. Tenías razón ¡él me traicionó! ¡él lo sabía todo! Pero yo, en lugar de escucharte, decidí seguir mi camino, decidí irme de casa. ¡Ay! ¡No tengo esperanza! Ya no tengo solución. Manchado por el pecado estoy, sucio por haberlo probado, derrotado por haberlo seguido.

¡Quien me diera volver a casa! Allí era feliz de verdad. Ahora me doy cuenta. Pero no quiero que esta carta que recibas sea para reprocharte o para victimizarme, sino para pedirte perdón.

Perdón por no haberte escuchado. Perdón por hacer lo que yo quise, por seguir mi voluntad y no la tuya. ¡Pensé que era lo que me haría feliz! Perdón por haberme enojado con vos. ¡Vos no tenías la culpa! ¡Vos no tenés la culpa! Perdón por haberte dicho palabras hirientes siendo que sos la única persona que de verdad me ama.

¡Qué cegado estaba! ¡No pude ver con claridad! Perdón. Perdón Papá. Quiero volver a casa, pero no lo merezco. No me merezco nada de lo que tenés para mí. Todos esos sueños y planes de bienestar. Ya estoy arruinado, perdido ni tengo tampoco solución. Sucio y roto estoy. No mereces el dolor que te causé. No mereces tener un Hijo así.

Pero quería decírtelo. Estoy humillado y arrepentido. Perdóname. Voy a ver como poder comer y pagar la pensión en la que estaba. Pero no sé cuánto más voy a poder seguir.

Papá, perdóname. Te ama.

Tu Hijo

El Pródigo.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora