Respuesta Carta 7

44 7 0
                                    


Querido Hijo amado:

Siempre serás y sos amado por mí. A pesar de que pienses lo contrario, a pesar de que te hayas ido a tierras lejanas e incluso, a pesar de que ya no creas en mi ni en mis palabras, siempre serás bienvenido en casa. Cuando lo deseés podes volver.

Noto que ya estás distante mío y era de esperarse. Como te dije, no sos el primer hijo que se va de casa a probar y a empezar a vivir la vida. Lamentablemente, no sos el primero y tampoco serás el último. Desde que la humanidad fue creada, el mal también coexistió con ella. Tal vez sea una de las ultimas veces que hablemos por lo cual voy a aprovechar cada palabra, aunque sabes que siempre voy a estar disponible.

El mal se encarga de que muchos comiencen a transitar por el camino ancho y espacioso. Desde el Edén, hasta este momento, y hasta que regrese a buscar a mis hijos en la Tierra, muchos se van a desviar y creer la mentira de que la vida en casa, la vida cerca mío es mucho más complicada y difícil. SI, lo entiendo, lo comprendo, también fui humano.

No quiero que creas que no te entiendo, que no me duele cuando te veo sufrir, que no sé lo que es sentirse rechazado y defraudado. Se muy bien lo que es ser tentado. Se muy bien lo que es el pecado. Destruye, divide, aleja y poco a poco mata. Ese es el fin del camino espacioso.

Tu amigo no te va a decir nunca la verdad. Jamás creas lo que te dice. Si, todo el tiempo siembra pensamientos en tu corazón y mente para que te alejes de mi presencia, para que creas que la vida que tiene un hijo mío es "aburrida", "triste", "vacía". ¡Para qué tanto sacrificio! ¡Para qué esforzarte querido!

Tu amigo es astuto. Tu amigo conoce a la perfección como alejarte y lo logró. Cumplió su propósito: que te alejes de casa. El mal domina este mundo, el Príncipe de las tinieblas quiere desviarnos de la Verdad. Y poco a poco le diste lugar hijito mío. En tu corazón, en tus pensamientos. Probaste y sabes que ¡te gusto! ¡Si! El pecado nunca va a ser algo desagradable al principio, pero al fin... es la muerte.

Te hizo ver a tu hermano, ver sus falencias, ver sus debilidades, ver sus pecados y convencerte de que todos son iguales. Te convenció de que todos son falsos en casa, de que nadie dice la verdad, que ellos hieren y se supone que son los que deberían dar el ejemplo. Te hizo codiciar y gustar del "inofensivo" pecado.

Te vendieron la vida fácil, te vendieron diversión y despreocupación, pero créeme, solo acarreas más piedras con las cuales cargar durante toda esta carrera. Te dijeron que no existo, que no soy real, que para que seguir a un dios muerto y que solo se preocupa por sí mismo.

Yo soy quien resucitó. Yo soy la verdad. Yo soy el camino. Yo soy quien un día destruyó a tu amigo y a sus secuaces del mal. La oscuridad no pudo retenerme, las tinieblas no pudieron contenerme. Fui a la cruz porque pensé en vos, en tu vida, en tu futuro. Este no era el futuro por el cual decidí morir en la cruz.

Morí y vine a este mundo para que tuvieses vida y la tuvieras en abundancia. No mendigando. No viviendo de medias verdades. No yendo detrás de pasiones efímeras. Vine para que vivas plenamente y un día, en la eternidad, puedas darme lo mejor.

Yo no soy el responsable del dolor. Yo no soy responsable del pecado de tu hermano y de tantos otros que te hirieron. Tampoco soy responsable de tus decisiones ni de la muchos otros. No es mi culpa. No creas que es mi culpa. Yo no quiero el mal, quiero lo mejor. Y si te pido que dejes de lado algunos sueños y deseos es por que tengo algo mejor guardado para vos.

Pero necesito tu confianza. Necesito que me creas. Necesito que conozcas de verdad quién soy. Que dejes de creer en mi por lo que otros dicen. Si me conocieses, entenderías. No tendrías el por qué a todos tus interrogantes, pero sabrías que todo lo que pasa está cargado de amor. Conóceme. Plenamente.

Hijo mío, estas cegado, nublaron tu entendimiento. Te cegaron. ¡cuánto me duele! ¡Cuánto lloro por vos en la soledad! Tu papa te ama. Siempre. Espero que algún día vuelvas a casa.

Te ama,

Tu papá.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora