Respuesta Carta 1

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Querido Hijito:

            Para cuando recibas esta carta estarás lejos de casa. Intenté que la enviaran rápido pero no lo lograron. Me gustaría poder cambiar esta situación, pero como bien lo dijiste: sos libre, tenés libertad, podés tomar tus propias decisiones y yo jamás podría obligarte.

        Sin embargo, tengo un dolor profundo en mi corazón. Quisiera que estuvieras acá conmigo, pero hace largo tiempo te habías alejado. ¡No! ¡Jamás pienses que te abandoné! ¡Nunca lo hice! ¡Jamás lo haré! Incluso en estos momentos estoy cercano, pero no querés verme. Mi dolor es aún mayor que el tuyo.

       Si supieras el por qué de tus oraciones no contestadas. En realidad, si las contesté, pero no como vos esperabas. Las contesté, pero no como vos querías o pensabas. Conozco tu futuro, conozco tu corazón, lo conozco todo y las respondí de acuerdo con ese conocimiento. Ahora no lo vas a comprender. Tu dolor es más grande. Tu decepción es más grande. Tu corazón está frio y eso no te permite verme con claridad.

       Sigo acá. Sigo siendo el mismo de aquella vez cuando por primera vez hablamos. Sigo siendo el mismo. El mismo que te curó de tus heridas del pasado, que sanó tu corazón de las palabras que tu papá de pequeño te decía. Yo Soy el mismo que quitó tus temores de fracasar, de intentar de nuevo. Yo Soy el mismo que te cuidó de aquel accidente cuando ibas rápido en el auto. Yo Soy el mismo.

        Yo Soy el mismo que te limpió de tus pecados ocultos, que te di una nueva oportunidad y que cuando caíste, te agarré de la mano derecha y te puse de pie. Yo Soy el mismo que te ayudé cuando tuviste que perdonar a tu mamá por todo el dolor que te causó cuando palabras hirientes te dijo. Yo Soy el mismo que estuvo cuando por primera vez te paraste en la iglesia a hablar y temblabas de miedo.

        Hijo, sigo siendo el mismo que un día sufrió dolores y terrores en la cruz. Yo Soy el mismo que su Padre lo abandonó en el peor de los momentos. ¡Te entiendo hijo mío! ¡Te comprendo!

        Yo también me sentí abandonado. Yo también me sentí rechazado por mi Padre. Yo también lloré y sufrí heridas causadas por personas que amaba. Heridas provocadas por mis amigos más cercanos y de aquellos que se llamaban mis seguidores. Yo también me sentí solo. También lloré. También luché con los dolores de este mundo.

        No creas que no me duele. No creas que no me duele verte sufrir. Quiero lo mejor, quiero bienestar y gozo, pero no siempre puedo darte todo lo que me pedís. No sabes lo que yo sí sé, no sabes lo que tengo pensado para vos. Planes que ojo no vio ni oído escucho. Planes grandes. Tengo algo grande, pero para eso necesito que confíes, que me escuches y que descanses.

       Hijo mío, no puedo obligarte a que regreses a casa, pero quiero que sepas que jamás voy a dejar de pensar en vos. Nunca voy a dejar de buscarte. Te amo tanto que, aunque vos te alejes, yo voy a seguir cerca tuyo.

Te ama,

Papá.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora