Respuesta Carta 3

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Querido Hijo:

Pienso en vos todo el tiempo, en cómo estás, en dónde dormiste, con quién estuviste. Nunca dejo de pensar en vos. Aunque te fuiste seguís presente en mi corazón. ¡Jamás podría dejarte! ¡Sos tan preciado para mí! Espero que encuentres un lugar como el que soñaste...

Bien dijiste en tu anterior carta. Mis planes no son los tuyos. Mis formas no son las tuyas y tampoco mis tiempos son los tuyos. Tus deseos no son los míos, tus sueños no son los míos.

Quiero darte lo mejor que podrías tener. Quiero darte todo lo bueno, todo lo perfecto, todo aquello con lo que soñás y anhelás. Pero a mi forma, a mi manera, a mis tiempos. No porque quiera causarte el mal, al contrario, sé que si te doy todo lo que soñas y me pedís estarías aún más lejos y te olvidarías de mí.

Desde que naciste tengo trazada una voluntad agradable y perfecta, pero para que se cumpla, primero, tiene que haber sacrificios. Tengo que probar tu corazón para ver si está preparado para recibir todo lo que tengo esperándote. Sí. No puedo decírtelo. Si te diría todo no me lo preguntarías. Tampoco confiarías en mí.

Hijo mío, te falta confianza. ¡Jamás te daría algo menos de lo que esperabas! ¡Jamás te daría algo que te lastime! No soy así. Aunque quisiera, no puedo traicionar a mi persona ni mucho menos a mi esencia. Yo soy bueno. Y como soy bueno no puedo darte algo malo, ni nada que te dañe.

Muchas veces te dije que no porque tus planes iban a lastimarte. Muchas veces no era el tiempo perfecto para que todo se cumpla. Preferí romper tus sueños y planes antes que verte roto a vos.

Si, duele. Duele ver que tus sueños o anhelos no se cumplen como esperabas. Pero créeme, tengo algo mejor, mejor de lo que soñabas, mejor de lo que te imaginabas. ¡Pero tenés que darme el control! ¡Tenés que confiar en mí y dejarte ser guiado por mí!

Lo sé. Te dolió cuando te dije que no a tu trabajo. Quiero que sepas que a mí también me dolió. Me dolió verte llorar día y noche por aquella jovencita. Pero te repito hijo amado, tengo algo mejor de lo que pensabas. Tenés que confiar en mí. Tenes que entregármelo y yo voy a encargarme de eso.

Lo conozco todo, el pasado, el presente y, sobre todo, el futuro. Tu futuro está en mis manos. Tu futuro está en mi corazón. Tu futuro va a ser de esperanza y ánimo, vas a poder cumplir tus sueños y otros no... no porque no quiera, sino porque tengo algo mejor para tu vida.

Quiero que entiendas, cuando te dije que no, lo hice por amor. Todo lo hago por amor tuyo. Todo lo que sucedió fue por amor a tu vida. Confía en mí. Sé que ahora estás lejos y no querés regresar, pero nunca es tarde para que vuelvas a casa.

Mi deseo es ver esos planes que tengo pensados para vos hecho realidad. Nada me haría más feliz que verte feliz a vos. Verte cumplir esos propósitos planeados desde la eternidad. Propósitos de bienestar y de paz Propósitos no para tu mal. Propósitos de esperanza. Quiero tu bien. Quiero verte reír de vuelta, quiero que ames con todo el corazón, quiero que seas exitoso y bueno en todo lo que hagas.

Pero tenés que darme el control...Tenés que dejarme a mí que me encargue de todo lo que te preocupa, todo lo que esperas que pase. No quiero negártelo, quiero tu bien y conozco qué necesitas. Descansá Hijito... quiero darte todo y más.

Pero decidiste irte... sigo acá hijo mío. Nunca voy a irme.

Te ama.

Tu Papá.

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora